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Centenares de personas han denunciado la desaparición de cheques enviados por correo

Centenares de personas han denunciado este año en comisaría la pérdida de cheques enviados por correo a diferentes puntos de España. No obstante, la gran mayoría de estos talones son cobrados en ventanilla tras ser alterado por manos expertas el nombre del destinatario y el barrado, mientras las pruebas para detener a los estafadores se diluyen en documentación falsa.

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Correos y las entidades bancarias afectadas niegan cualquier tipo de responsabilidad en el asunto -sobre el que hay escasa jurisprudencia-, y el usuario del servicio público recorre sin éxito un viacrucis de organismos que rebotan preguntas y respuestas. El servicio central de la Policía Judicial, que investiga los casos denunciados, amplía la autoría de la estafa a empleados infieles de las empresas emisoras y receptoras de los cheques y a todas aquellas manos que por una u otra causa manipulan los sobres en la red de Correos, con lo que se multiplican en progresión aritmética los presuntos culpables y las dificultades para desenmascararlos.En los últimos cuatro meses no se ha llevado a cabo ninguna detención por esta causa. La policía reconoce que alrededor de 500 delincuentes de guante blanco se dedican al lavado de cheques, aunque niega que se trate de bandas organizadas. Una treintena son "auténticos especialistas", manitas que con borradores químicos, fórmulas caseras y una simple cuchilla borran, cambian, ponen y pintan el cheque de tal forma que sólo es perceptible el fraude a través de las lámparas ultravioletas de las entidades bancarias. A pesar de ello, son contadas las ocasiones en que un banco practica tales pruebas, según la policía.

Santiago Martínez, gerente de la empresa alicantina Martín y Santiago, envió por correo a la sociedad Kovo un talón del Banco de Alicante de más de 1,5 millones de pesetas. El cheque no llegó nunca a su destino, aunque fue cobrado en ventanilla sin ningún problema con un carné falso a nombre de Hilario Merino. A Kovo tampoco le llegó otro cheque de 300.000 pesetas enviado por José González, de Loja (Granada).

La sorpresa de Elías Nir fue similar al comprobar que dos talones de 141.000 y 82.000 pesetas enviados también por correo a dos clientes fueron ingresados a los pocos días, debidamente retocados, en la oficina número 76 del Banco de Ávila de Madrid en una cuenta a nombre de Paulino Rodríguez Santamaría.

Sacas mágicas

Ángel Arévalo, propietario de una sala de despiece de carne en Madrid, sufrió igualmente la sibilina treta de los falsificadores. Arévalo remitió dos talones nominativos de un millón de pesetas del Banco Popular a dos empresas.

Ambas cartas fueron depositadas en un buzón de Correos de la madrileña calle de la Princesa, y los, dos cheques fueron cobrados en ventanilla por dos personas con carné de identidad falso. Después de casi dos años, la denuncia ha pasado de la correspondiente comisaría de distrito al juzgado, donde Arévalo ha ratificado su queja. Esta negativa experiencia ha hecho que el empresario haya cambiado su sistema de pago a los proveedores a recibos domiciliados homologados.

Emilio Malumbres desconfía de Correos, y prefirió prevenir que curar. Un mes después de enviar a uno de sus hijos una carta con un cheque de 1,4 millones de pesetas anuló la operación ante la duda de que el talón se encontrara en manos poco inocentes.

La empresa Dutran, SA, de Madrid, envió en octubre dos cheques, de 345.000 y 775.000 pesetas, respectivamente, a las empresas Comas y Ribas y a Cisternas Reunidas, de Barcelona y Murcia, respectivamente. El primer talón fue cobrado en una sucursal del BBV con un carné de identidad falso a nombre de Alfonso Díaz, mientras el segundo se dio por desaparecido. Al efectuar la denuncia en la comisaría de Tetuán, funcionarios de policía indicaron al autor de la queja que el motivo de su preocupación no era un caso aislado, "sino todo lo contrario, y de dificil solución".

Vicente Sanz Sales, un joyero de Tenerife, se ha visto envuelto en los últimos dos meses en una rocambolesca historia con el balance de dos envíos de joyería de oro perdidos, al igual que su millonario importe, pese a las certificaciones que se requieren y exigen en Postal Exprés, medio por el que fueron enviados desde Valencia los dos paquetes.

Eduardo Trigo, inspector general de Correos, rechaza esta idea. "Sólo son algunos casos, y circulan millares de cheques y paquetes todos los días", afirma.

Trigo apunta que en 1987 se destruyeron 175.000 envíos certificados al no ser recogidos éstos por los interesados.

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