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Escalada a Montjuïc

La descoordinación política dificulta una solución al transporte hasta la 'montaña olímpica' de Barcelona

El proyecto de Renfe de hacer llegar antes de 1992 una línea ferroviaria hasta la montaña de Montjuïc, presentado la semana pasada al Ministerio de Transportes, viene a sumarse a una larga lista de propuestas formuladas por instituciones y empresas públicas sobre uno de los aspectos más inciertos de cuantos se hallan bajo el manto olímpico de Barcelona 92. Proyectos de construcción de trenes, metro, tranvías e incluso escaleras mecánicas para escalar la montaña se superponen unos a otros en una clara muestra de descoordinación política y administrativa, al tiempo que ponen de manifiesto la necesidad de una autoridad única que planifique las redes de transporte público en el área de Barcelona.

Este aluvión de proyectos no significa que la solución al transporte hasta Montjuïc tenga visos de inmediatez. Por el contrario, la mejora de las comunicaciones de la ciudad con la montaña de Montjuïc, donde se levantan las instalaciones más emblemáticas de los Juegos Olímpicos de 1992, en el que será el mayor parque de Barcelona, viene siendo desde hace bastante tiempo motivo de virulentas refriegas entre el Ayuntamiento socialista y la Generalitat convergente.El Gobierno catalán nunca ha visto con buenos ojos el proyecto municipal de llevar el metro hasta la montaña. En su lugar ha propuesto desde llevar a Montjuïc los Ferrocarriles de la Generalitat -idea que está desde hace ya tiempo en dique seco- hasta construir un tranvía.

Este último proyecto, impulsado con mayor fuerza por el Gobierno catalán desde que decidió, el pasado abril, no incluir entre sus prioridades la prolongación del metro hasta Montjuïc, cuenta con el respaldo de los comunistas.

La alternativa del tranvía, además de ser más barata que la del metro, entraría de lleno en la órbita de las competencias municipales, ya que se trata de un transporte de superficie. De este modo, la Generalitat se libraría de la constante presión política ejercida por los socialistas en favor de la prolongación del metro, medio de transporte cuya planificación general compete al Gobierno autonómico.

Subvención generosa

La Administración central tampoco es ajena a esta cuestión. Las negociaciones entre el Gobierno, la Generalitat y las empresas públicas de transporte para determinar sus respectivas aportaciones económicas a la dotación de nuevas infraestructuras, podrían decidir un cambio de postura de la Administración catalana respecto al metro de Montjuïc. En este sentido, la Generalitat se ha mostrado dispuesta reiteradamente a reconsiderar el asunto si la subvención estatal fuese notablemente generosa, cosa que reviste, como mínimo, buenas dosis de incertidumbre.El Ayuntamiento, por su parte, se resiste a dejar escapar la oportunidad que el proyecto olímpico de Barcelona le brinda para intentar amarrar la prolongación del metro hasta Montuïc y el polígono industrial de la Zona Franca. Esta operación, presupuestada en 10.000 millones de pesetas, contribuiría a fomentar la utilización y la amortización del parque olímpico tras los JJ OO. También propiciaría la apertura de la inexistente línea 2 del metro, que hoy sólo cuenta con un túnel nunca utilizado entre los barrios de Sagrada Familia y Sant Antoni. La conexión entre la Zona Franca y este extremo del túnel sería un primer paso de un proyecto municipal mucho más ambicioso: convertir la línea 2 en un nuevo eje transversal de la ciudad.

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La alternativa de Renfe es contruir una nueva línea ferroviaria desde la estación de Sants hasta el Anillo Olímpico de Montjuïc, a través de la Zona Franca, que también permitiría enlazar con el aeropuerto de El Prat. Si esta opción saliese adelante, las obras, presupuestadas en 3.755 millones de pesetas, estarían acabadas en 1992.

A estos planes hay que añadir el proyecto de la empresa municipal de transportes de ampliar el funicular de Montjuïc, aunque sólo como complemento a otros medios de transporte. También habrá que contar con los autobuses, que en la reciente inauguración del estadio Olímpico se revelaron como un medio eficaz para transportar grandes masas hasta el Anillo Olímpico, así como con las proyectadas escaleras mecánicas que permitirán escalar la montaña sin fatigarse.

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