La rendición del último reducto rebelde pone fin a la sublevación contra Aquino
El golpe militar de Filipinas concluyó definitivamente ayer, después de que un grupo de rebeldes atrincherados en una base aérea del centro del país, que amenazaban con volarla, decidiera deponer voluntariamente su actitud. Horas antes, dos personas murieron y casi una veintena resultaron heridas en Manila al hacer explosión una bomba que había sido colocada en la oficina central de Correos.
ENVIADO ESPECIAL
La base aérea de Mactán, situada en la segunda ciudad del país, Cebú, a 560 kilómetros al sur de Manila, se había convertido en el último reducto de la sublevación que estalló el pasado día 1 contra el Gobierno de la presidenta, Corazón Aquino.El jefe de los rebeldes, general José Comendador, se negó hasta ayer a seguir el ejemplo de los rebeldes de Malcati, el distrito financiero y comercial de Manila, y había amenazado con volar la base, adyacente al aeropuerto internacional de la capital, en donde se encontraban estacionados varios aviones militares y 32 aparatos de la compañía aérea filipina.
Las negociaciones que los rebeldes mantenían desde poco después de que se produjera la ocupación con representantes civiles y eclesiásticos estaban desde hace dos días prácticamente rotas. El cardenal arzobispo de Cebú, monseñor Ricardo Vidal, señaló el viernes que era muy dificil llegar a un acuerdo porque el general Comendador se mostraba intransigente en la petición de que la presidenta Aquino debía dimitir. Más de 2.000 soldados del Ejército rodeaban las instalaciones desde hace más de 48 horas. Sin embargo, las posibilidades de un asalto eran pocas, porque ello habría supuesto la destrucción de muchos de los aviones estacionados en el lugar.
Los rebeldes de Mactán decidieron deponer su actitud después de que ayer se llegase a un pacto parecido al que ocurrió en Makati y por el que los amotinados dejaban claro que su retirada no significaba una rendición. Los 400 soldados salieron de la base sin ser desarmados y regresaron a su cuartel general de Cagazán de Oro, en el sur de la isla de Mindanao, en los dos barcos que habían utilizado para ejecutar el golpe, escoltados por un representante militar y otro civil.
Entre tanto, Manila vio ayer interrumpida la normalidad. Una bomba colocada en las dependencias de la oficina central de Correos de la capital explosionó a primeras horas de la mañana y causó la muerte de al menos dos personas y una veintena de heridos. Ningún grupo hasta ahora ha reivindicado el atentado.
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