"Los males de los niños vienen de que no votan"
Para el pediatra Ángel Vázquez, la hospitalización infantil, es una forma de secuestro
"Eso de las 'mujeres y, los niños primero' de los naufragios no es verdad", afirma Ángel Vázquez de la Cruz, director del hospital materno-infantil de La Coruña. A sus 47 años, y después de 20 de profesión, rechaza la "visión ñoña" que las personas mayores tienen de la infancia, o esa otra, épica, de la hora de las catástrofes. "La sociedad se porta muy mal con ellos: no tienen voz porque no tienen voto asegura. En el congreso sobre Infancia y sociedad celebrado recientemente en Madrid presentó una ponencia sobre los efectos devastadores de la hospitalización infantil tal como se practica todavía, con separación forzosa de los padres y visitas restringidas.
Insomnio, pesadillas, fobia a la oscuridad; rechazo o exceso de alimentación; pérdida de lenguaje, trastorno del aprendizaje; tics, depresión y ansiedad; miedo a la atención sanitaria, miedo a la muerte; mutismo, Incomunicación e hipocondría. Éstos son algunos de los problemas que sufren entre el 20% y el 60% de los niños, sobre todo entre los siete meses y los cuatro años, cuando son hospitalizados con separación de la madre u otro familiar.En esa situación, el niño en edad preescolar pasa por tres fases: protesta, desesperanza e indiferencia. "Cuando está en la tercera fase decimos que ya está tranquilo y se ha adaptado, y es cuando está peor, porque ya no lucha", dice Vázquez. "Está solo, enfermo y en un ambiente extraño. No sabe qué le va a ocurrir y sufre intervenciones físicas agresivas; no puede disipar su ansiedad jugando". Para colmo, los niños más feos o más tímidos son menos atrayentes para el personal, que se vuelca con los más ricos.
Vázquez de la Cruz cree que los pediatras se equivocaron -y se incluye- cuando impusieron la hospitalización-separación, algo "que nunca hubiera hecho una cultura, más cercana a la naturaleza".
Los primeros hospitales infantiles, a primeros del siglo XX, nacieron bajo miras reduccionistas, cuando el neopositivismo impregnaba todo el pensamiento médico. "La atención fue fragmentándose en órganos y sistemas en detrimento de la visión global". En ese contexto de idolatría tecnológica y científica, si el hombre enfermo importaba poco, el niño enfermo importaba menos".
La presencia de los padres en el hospital no era más que un estorbo en esa óptica. "Tal aberración", clama Vázquez de la Cruz, "fue justificada con argumentos científicos: los padres podían ser vectores de enfermedades infecciosas, dificultaban la adaptación del niño, y otros ígualmente cínicos".
Marasmo absoluto
La situación cambió cuando los psiquiatras empezaron a darse cuenta de los males del niño hospitalizado, a los que llamaron "hospitalismo" primero y luego "síndrome de deprivación materna", y que a veces llegaban al marasmo absoluto.Los hospitales y unidades pediátricas españolas surgidas a partir de los años sesenta fueron diseñados arquitectónicamente conforme a esta filosofía, por lo que carecen de la infraestructura adecuada. "Por eso, y por inercia, persiste la situación, aunque ya nadie duda de la conveniencia de la presencia familiar", señala.
Para este pediatra "ha llegado la hora de la calidad". Ahora tenemos pocos ninos , es perfectamente posible cuidarlos mejor". Las reformas van por dos caminos: las arquitectónicas, con espacios para juegos, escuelas y los familiares, y los cambios culturales y de mentalidad. Su experiencia en este sentido es lineal. "Hace 12 años llegamos a un viejo edificio unos jóvenes pediatras formados en centros muy prestigiosos y nos escandalizamos al ver a los padres junto a sus hijos ingresados. En una etapa posterior lo prohibimos, con el vehemente reproche de algunas enfermeras, que lo consideraron inhumano".
"Al pasar en 1986 a un nuevo hospital decidimos que los ninos ingresarían con un familiar si lo deseaban. Aunque gran parte del personal tenía reservas, nos apoyamos en las antiguas enfermeras y prometimos que rectificaríamos si era incompatíble con una buena asistencia". "En pocas semanas se disiparon todos los temores afirma, "y la estancia medía se redujo en dos días".
Gente de frontera
Vázquez de la Cruz es de Tuy (Pontevedra). "La gente de Tuy es extravertida, cariñosa y, como toda la g ente de frontera, un poco agresiva". Estudió en Santiago y desde 1968 hasta 1975 trabajó en Barcelona. Se casó a los 37 años y no fue padre hasta los 43; quizá por ello cree que los pediatras deben tener hijos. Reniega de la costumbre moderna de mandar a los niños "de acá para allá todos los veranos", porque cree que se debe a que los padres no saben estar con ellos.Desde 1975 dirige en La Coruña el Materno-Infantil, de la Seguridad Social. Un algo socarrón y con habilidades literarias, sabe contar historias, pero se enciende sobre todo cuando reivindica al "gran bobo maravillado" que todos, dice Julio Cortázar, llevamos dentro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.