_
_
_
_

Violencia y droga en el Alto Huallaga

El mayor espacio cocalero del mundo, en manos de senderistas, narcotraficantes, soldados y policías

En la avioneta que vuela de Tarapoto a Uchiza, la zona cocalera de Perú, donde se produce el 60% de toda la hoja de coca del mundo, Pedro, un joven de 24 años, contempla desde la ventanilla las plantaciones, mueve la cabeza, sonríe y al mismo tiempo exclama: "Todo eso son cocales, ¡pobres gringos!". El gesto sonriente de Pedro no parece indicar que sienta una especial lástima por quienes, a miles de kilómetros de allí, un día van a consumir la hoja transformada en crack o en cocaína lista para aspirar.

A Pedro le interesa más, como a las 250.000 personas que viven en Perú directamente vinculadas al cultivo de coca, que se mantenga la bonanza cocalera y haya dinero para todos. Explica Pedro que, como casi todos en la región del Alto Huallaga, tuvo durante algún tiempo una chacra de una hectárea de coca, que cultivaba con otros tres hermanos, "hasta que nos echó Sendero". Con la hoja de coca dice Pedro que ganaba "unos 10.000 dólares" (1.200.000 pesetas) al año, una cantidad infinitamente superior a la que se consigue con cultivos tradicionales como el arroz y otros. Un kilo de cacao cuesta dos dólares (240 pesetas).El precio de un kilo de pasta básica de coca oscila entre 800 y 1.200 dólares. Con una hectárea se cosecha una tonelada de hoja de coca, que permite obtener 10 kilos de pasta básica. La hoja da, en terrenos malos, hasta cuatro cosechas al año. Si se planta en diferentes puntos, los ingresos fluyen de forma permanente, incluso en estos tiempos de crisis, cuando el precio ha bajado.

Protección guerrillera

Sendero Luminoso ha entrado en el Alto Huallaga para dar protección a los campesinos cocaleros frente a los narcotraficantes colombianos y la policía peruana. Al mismo tiempo, los guerrilleros maoístas se han asegurado una financiación a base de cobrar cupos a los campesinos por cada arroba de hoja de coca vendida. Además Sendero cobra a los narcos por cada avioneta que desde más del centenar de aeropuertos clandestinos, sale cargada con pasta básica de coca con destino a Colombia.Explica Pedro que Sendero implantó su orden entre los cocaleros: "Nos daban clases de Lenin y Marx y teníamos que salir a patrullar la carretera con machetes". Pedro se hartó y dejó la chacra para establecerse y poner un comercio en Uchiza, porque "ahora con esto se gana más". A pesar de haber dejado la afilia ción casi obligada a Sendero piensa que "en Uchiza mató a gente, pero estuvo bien hecho, porque lo tenían bien merecido". Uchiza fue escenario, el pasado 27 de marzo, de una matanza cuando fuerzas de Sendero arrasaron el puesto policial, mataron a 10 policías y tomaron la ciudad.

Tras el asalto a la comisaría de Uchiza, la llegada del Ejército ha establecido un orden precario y es posible llegar en avioneta al pueblo y pasearse por sus calles. Por carretera es más arriesgado. La llamada carretera marginal amazónica es en realidad un camino de tierra con enormes zanjas. El Ejército se esfuerza por mantenerla abierta, pero los enfrentamientos son frecuentes.

Cuatro días antes de la llegada del enviado de este periódico, Sendero emboscó a un convoy de campesinos y soldados, que patrullan la zona con el método de subirse a los vehículos de transporte civil. En la emboscada murieron 15 civiles, un teniente y cuatro soldados. Explica un militar: "Fue horroroso. Mataron a una familia y allí estaban los sesos de todos mezclados. El padre trataba de cubrir con su cuerpo a la madre y a sus dos hijos".

En el Alto Huallaga se palpa la violencia. Apenas llegados a Tarapoto, un grupo de gente rodea indiferente a un cadáver que yace en el polvo de la calle. Explica el taxista que se trata de un forastero desconocido. Nadie sabe, puede o quiere explicar los motivos del asesinato. En Tarapoto es fuerte el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), grupo guerrillero comparable a los tradicionales de América Latina que tiene sus bases entre los campesinos de la zona. Según un periodista de Tarapoto, el MRTA se ha dedicado a "una labor de limpieza de delincuentes para ganarse las simpatías del pueblo. Difundieron pasquines amenazando a los homosexuales y drogadictos. Ese muerto de esta mañana parece que era traficante de droga en el pueblo joven [barrio de chabolas]".

En la pista de aterrizaje de Uchiza se advierte una actividad febril y un continuo despegar y aterrizar de avionetas. Un avión algo más grande, situado a un lado, llega todos los días desde Lima y se convierte en banco que recoge los dólares para llevarlos a la capital. Al mismo borde de la pista se advierte la hoja de coca extendida y lista para secar. Desde la avioneta se ve la selva llena de chacras, en zonas deforestadas, con su casita y las plantaciones de coca. Uchiza tiene un aire de película del Oeste en los días de la fiebre del oro. La ciudad se preparaba para celebrar el 77 2 aniversario de su fundación. No tiene luz eléctrica. En la mayoría de las calles, un olor nauseabundo advierte que el alcantarillado brilla por su ausencia.

"¡Largaos, gringos.!"

Al borde mismo de la pista de aterrizaje pululan personajes aparentemente desocupados .Uno de ellos advierte en tono amenazador a los tres periodistas recién llegados y susurra .¡Largaos, gringos, hijos de puta de la DEA". [En este mismo lugar desapareció el reportero norteamericano Todd Carper Smith, que fue vendido por senderistas a narcotraficantes que le mataron después de una angustiosa sesión de tortura acusándole de traba jar para la DEA, según fuentes policiales.]El boom cocalero se advierte por todas partes en Uchiza, a pesar de la infraestructura deploraIble. En el colegio se celebra un torneo de balonvolea y los profesores siguen las incidencias de un partido entre chicas. Circula la cerveza entre los espectadores. A la hora de pagar, uno de ellos lo hace con un billete de 10 dólares.

En la ceja de selva peruana, a 1.000 kilómetros de la ipapital, en un pueblo perdido situado entre la sierra y la selva amazónica, el dólar es moneda corriente. Por las calles circulan taxis destartalados. Alguno va lleno de mujeres que difícilmente pueden ocultar que se dedican al llamado oficio más viejo del mundo. Con la actual crisis, "el precio de los polvos ha bajado mucho. Antes era en dólares, y el más bajo era 20 dólares [2.400 pesetas]. Ahora en el bulín cuesta 20.000 intis [450 pesetas]".

El salario mínimo en Perú es de 5.000 pesetas mensuales hoy día. Justo Silva es gerente de la Cooperativa Agrícola del Alto Huallaga. Con la ayuda de un programa de las Naciones Unidas, Silva trata de convencer a los campesinos de que el auge de la coca pasará y se quedarán en la ruina, como ocurrió en el pasado con el caucho. Por eso tratan ahora de ganar a los campesinos para la sustitución de cultivos.

El gerente de la cooperativa dice que hay en la zona "desconfianza en la ley y en las autoridades. Hay muchos policías, pero lo único que hacen es robar. El Gobierno peruano y Estados Unidos lanzaban mucha policía aquí, pero en vez de autoridad teníamos a una banda de ladrones. Por eso el pueblo pasó a la insurrección. Los actos de coerción aumentan la subversión, los problemas sociales y más muertes. Si la policía me quita la tierra, voy a simpatizar con quien me defiende, y quien me defiende es Sendero Luminoso".

A unos minutos de vuelo de Uchiza, hacia el Norte, se encuentra Tocache, un pueblo donde Sendero gobernó durante algún tiempo. El párroco es un cura alemán que no vacila en predicar contra la violencia senderista. Es la hora de la siesta y el cura duerme, pero la hermana Nely, misionera seglar, explica que "no hay autoridades. Había alcalde, nombrado por el pueblo, y Sendero le dijo lo que tenía que hacer. Después le amenazaron de muerte y se escapó a Lima".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_