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Secuestrados para trabajar

"Cuando atacan las aldeas, los bandidos no sólo roban y matan; van en busca de mujeres y niños para llevárselos a las bases militares para que trabajen los campos y luchen con ellos", explica Pedro, un mozambiqueño de 15 años que el pasado año cayó prisionero de la Renamo, la guernlla que desde hace más de ló años lucha contra el Gobierno de Mozambique.Él tuvo suerte. En primer lugar, salvó la vida en el ataque que la guerrilla efectuó contra su aldea, en la provincia de Nampula, en el norte del país. Como suele ocurrir en estos episodios, los bandidos obligaron a todos los prisioneros a cargar con el botín: alimentos, medicamentos robados del hospital, colchonetas e incluso algún mueble. "A mí me tocó llevar un fardo con huevos; me amenazaron con matarme si rompía uno solo de ellos", recuerda. Kilómetros y kilómetros a pie, a través de la selva, con un calor agobiante. Los guerrilleros no les dejaban beber, porque esas son las. oportunidades que los cautivos aprovechan para escapar. Pedro vio cómo algunos de sus amigos eran brutalmente apaleados si, agotados, caían al suelo o se negaban a seguir adelante.

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Ambiguo y conflictivo

Los niños son sometidos a un programa de indoctrinamiento y entrenamiento militar. Cuando finaliza su formación estos jóvenes pasan a formar el grueso de las bandas que actúan en los territorios en los que Renamo no ejerce un control directo. Ellos, por ejemplo, se encar gan de suministrar a las bases principales los elementos de primera necesidad, como las medicinas o la sal, que no es posible adquirir en las zonas del interior del país.

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