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Unas recetas conocidas

Las recetas facilitadas por los expertos comunitarios para lograr que las proyecciones de crecimiento para el próximo cuatrienio se alcancen son las conocidas, que se vienen manejando desde hace varios meses. Para la República Federal de Alemania (RFA) se propugnan o medidas fiscales expansivas, que podrían acrecentar algunas tensiones inflacionistas, que por ello no serán aceptadas por las autoridades alemanas, o que se acometa la solución de algunos problemas estructurales de la economía de la RFA como el mercado laboral, en el que se considera que existen todavía muchas restricciones.

Para el resto de los países se propone la utilización de políticas presupuestarlas rígidas que tiendan a reducir el volumen de déficit público existente, reformas estructurales que permitan una mayor desregulación de los mercados y una estabilidad cambiaría que sea coherente con el crecimiento de la demanda interna. En definitiva, se propone un menor crecimiento económico pero que sea más equilibrado. Todo ello es bastante similar con lo que se viene anunciando desde hace meses por las autoridades económicas españolas. Sin que por eso se reduzca de forma drástica el ritmo de crecimiento económico, "ya que vendría a representar reducir en torno a un punto el aumento del producto interior bruto", señalaron fuentes españolas.

Más información
La Comunidad Europea mantendrá su actual ritmo de crecimiento económico hasta 1992

El informe comunitario señala que en las condiciones actuales de fuerte desfase entre el crecimiento total y el aumento de la demanda interna no tiene especial sentido proceder a revaluar o devaluar las monedas de los países miembros de la Comunidad Europea (CE) porque ello no representaría reducir los desequilibrios, sino todo lo contrario. En este sentido, se señala que si la RFA procediera a una revaluación de su divisa no está claro que ello se traduciría en una reducción de sus excedentes de la balanza por cuenta corriente, sino que tendría repercusiones solamente en una reducción de las tensiones inflacionistas.

Si el resto de los países devaluaran sus monedas, las tensiones inflacionistas internas aumentarían muy deprisa, mientras que no se reducirían los desequilibrios por cuenta corriente, porque en la actualidad la capacidad productiva de todos estos países difícilmente podría soportar un aumento de su utilización, y, por tanto, ni se podrían sustituir importaciones ni existiría una mayor capacidad exportadora.

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