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La campaña del 'elefante blanco'

Las encuestas atribuyen al gobernante partido de Rajiv Gandhi una pérdida de 200 escaños

Los grandes carteles y vallas electorales de todos los emplazamientos estratégicos de Nueva Delhi por los que se pelean los publicitarios han sido copados en la capital india por el partido gobernante. A un coste estimado cercano a los 4.000 millones de pesetas, Rajiv Gandhi, primer ministro y líder del Partido del Congreso (1), ha tirado la casa por la ventana para asegurarse el triunfo en las elecciones que comienzan hoy. Sin embargo, de creer en los últimos sondeos, la India quiere un cambio, y Gandhi estaría en vísperas de perder las riendas que ha manejado durante los últimos cinco años.

El más elaborado de estos sondeos, realizado para la influyente revista quincenal India Today, vaticina para el partido de Gandhi una pérdida de más de 200 escaños de los 415 que tiene ahora. La encuesta, realizada a mediados de noviembre entre casi 11.000 personas, pone al Congreso por debajo de los 200 diputados, del total de 529 que se deciden en estos comicios. Hoy votarán 200 millones de personas en 15 estados. Las elecciones, que continuarán los días 24 y 26, culminarán entonces con los votos del Punjab, la zona más conflictiva de India.De las pocas solventes que se han difundido, las previsiones publicadas en India Today son las más alarmantes para el Gobierno, aunque es bien cierto que una indagación de este tipo en un país con 500 millones de electores - la mitad de ellos analfabetos- no debe tomadase al pie de la letra. Así lo señaló ayer el propio Gandhi.

La idea que se extiende, y que el sondeo citado vendría a corroborar, es que ningún partido obtendrá la mayoría necesaria de 265 escaños, lo que haría inevitable -salvo defecciones masivas- un Gobierno de coalición. Con el mapa político a la vista, sólo uno de estos dos partidos, o los dos, puede sacar las castañas del fuego al vencedor por puntos: Baratiya Janata (BJP), derecha, nacionalismo hindú a ultranza, y Partido Comunista Indio-Marxista (CPM). Ambos son aliados hasta hoy de la coalición opositora Frente Nacional, que sigue a V. P. Singh.

Ley seca

El Gobierno se ha apresurado a dar vacaciones a todos sus empleados en los lugares donde se va a votar y ya ha anunciado la ley seca para prevenir excesos. Fuerzas Armadas y Policía -sólo en Delhi 40.000 agentes están en alerta máxima y se han hecho desplazamientos masivos de tropas a regiones potencialmente explosivas. Dos de ellas son el Estado norteño de Punjab, donde separatistas sijs han amenazado con un baño de sangre, y algunas zonas de Uttar Pradesh, en el noreste, escenario este mes de uno de los más graves choques entre hindúes y musulmanes.El voto musulmán se ha convertido en crucial. Con cerca de 100 millones de creyentes, India es el segundo país musulmán del mundo después de Indonesia. Sus jefes religiosos no están muy contentos con Gandhi, al que acusan de no haber impedido que 10.000 militantes hindúes marcharan sobre la ciudad de Ayodhya para empezar a construir un templo al dios Rama junto a los restos de una mezquita.

Ahora que todos hacen balance, hay una opinión extendida sobre como Rajiv Gandhi ha ido perdiendo peso a lo largo de la campaña, mientras su directo rival V. P. Singh ha ganado estatura. El primer ministro - jet militar día y noche a los cuatro confines de este enorme país- a duras penas ha podido convocar grandes multitudes. El carisma con que subió al poder se esfuma, y el joven Gandhi aparece como un hombre progresivamente solo.

Rajiv es el candidato del mundo de los negocios -que han florecido con su liberalización económica- y sin duda el elegido de Moscú, Washington, Pekín, Tokio o Europa Occidental, por lo tranquilizador de su continuidad al frente de una gran nación emergente. Pero, en un plano intemo, hasta los grandes barones de su partido se distancia de él.

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