_
_
_
_
GENTE

Kitty Dukakis

El gríto de auxilio de una mujer deprimida

Kitty Dukakis, la esposa de Michael Dukakis, el gobernador demócrata de Massachusetts que no pudo derrotar a George Bush en las últimas elecciones legislativas de EE UU, tiene serios problemas. El alcoholismo que padece le ha provocado en las últimas semanas una depresión angustiosa. Su grito de auxilio hace unos días, cuando se bebió media botella de alcohol de masaje mezclada con una dosis de antidepresivos que le provocó un colapso. Ahora, ya recuperada, ha aceptado una vez más iniciar un tratamiento de desintoxicación.Su llegada al hospital de mujeres de Brigham, el día 6 de noviembre, no se pudo ocultar, y Kitty volvió a aparecer en las primeras páginas de los periódicos de todo el país. Los responsables del hospital explicaron que la mujer del gobernador, después de una recuperación dolorosa, había comenzado un tratamiento de desintoxicación y que había sido trasladada a la unidad de desórdenes afectivos de la clínica Nueva Inglaterra, donde los médicos le han garantizado "privacidad y espacio".

La mujer de Dukakis tiene 52 años y ha prometido una vez más a su esposo que esta vez intentará "escapar" de las garras del alcohol. Durante la campaña presidencial trascendió que la mujer del candidato demócrata había sido adicta a las anfetaminas durante 27 años, y que su afición a las pastillas había terminado cinco años antes.

La nueva crisis depresiva de Kitty comenzó precisamente la noche en que su esposo fue derrotado por Bush. Su petición a la Prensa en el sentido de tener "la privacidad necesaria para recuperarme", como pidió públicamente en el mes de febrero, fue respetada hasta la pasada semana, cuando tuvo que ser ingresada de nuevo en el hospital.

Pero las malas noticias para los Dukakis no han terminado. El gobernador está atravesando otra crisis, que en su caso es política. Por primera vez en los últimos 10 años, los presupuestos del Estado de Massachusetts, el orgullo de Dukakis y la bandera electoral de su partido, reflejan números rojos, y el gobernador ha recurrido a la solución que tanto criticó a los republicanos: aumentar los impuestos.

Su figura política se ha diluido, y los esfuerzos de su esposa para que intentara de nuevo el asalto a la Casa Blanca en 1992 terminaron con el ingreso de Kitty en la sala de urgencias del hospital Brigham. Allí, en la oscuridad de una habitación y en el más absoluto silencio, los Dukakis permanecieron juntos, como siempre, hasta que el peligro había pasado. Las vulnerabilidades de los Dukakis son ahora tan públicas que su futuro político también parece haberse oscurecido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_