Una pareja de cínicos
Empleado honrado y ladrón psicópata son los personajes principales de Testigo silencioso. Una ingeniosa película con trama policiaca que recobra el gusto inglés por el género. Sin embargo, se trata de una producción americana dirigida por el canadiense Daryl Duke, hombre forjado en los medios televisivos con escasas incursiones en el cinematógrafo.La historia de un modesto empleado bancario, que tras participar en el robo de la sucursal en la que trabaja va a ver cambiada involuntariamente su vida, da lugar a una serie de situaciones cómicas en las que se mezcla ingeniosamente el humor con alta dosis de cinismo y el género policiaco; algo sólo comparable a las mejores películas de Sherlock Holmes. Enlaza así con esa saga de filmes que basaron su éxito en la impasividad de los personajes ante acontecimientos que al espectador le resultaban convulsivos.
El honrado cajero no es otro de Elliot Gould, que mide sus econocidas dotes de intérprete con Christopher Plumer, otro gran actor con sobradas artes para la comedia; su talento quedó claro en el magnífico papel que encarnó en El regreso de la pantera rosa. Forjados ambos en los esceriarios teatrales de Broadway, el primero accedió tardiamente al estrefiato logrando la fama sólo a partir de los años 60; pero después de la popularidad que obtuvo como intérprerete de M. A. S. H se convirtió en uno de los actores más representativos del cine en la siguiente década, GouId, que había interpretado a Philip Marlowe en El largo adiós, (1973), una versíón muy. libre de R. Altman, realiza aquí uina excelente encarnación del hombre bueno envuelto en un terrible lío ante el acoso de un ladrón psicópata y la amante de su jefe. Su fisonomía en la que basa sus interpretaciones casi miméticas, es un agradable acierto, porque el, papel parece hecho para sus caractensticas.
Podría hablarse de un duelo entre dos grandes actores, al que Christopher Plumer aporta la experiencia que le proporcionó el haber interpretado casi todos los papeles posibles en la pantalla.
Susannah Yorl, que ese mismo año interpretó a la adorable madre de Superman, pone sus ojos azules y la cara inocente que le habían proporcionado tantos éxitos sin desentonar lo más mínimo con los demás, actores.
