Década
Día 30. La década ha comenzado, según profetizaba la propaganda electoral institucional. A su término nos espera el año 2000, tras recorrer un pasillo repleto de marcianos, catástrofes y deudas públicas y privadas. Felipe González dejará la política por la lambada y Alfonso Guerra la lambada por un humilde puesto de maestro rural en la Sierra del Ronquido. Carmen Romero ascenderá a candidata número dos por la demarcación de Cádiz. Cela tendrá quintillizos, pero no se sabe con quién. Luis Solana culminará su carrera en la dirección de la central nuclear de Vandellós. Los rusos llegarán a la economía de mercado y tendrán tanta mantequilla, tanta, que harán porquerías con ella, sin que el Soviet Supremo ni el gran patriarca pueda hacer otra cosa que añorar aquellos tiempos de espiritualidad y margarina.En 1992 Montserrat Caballé y Octavio Paz ganarán las Olimpiadas y el quinto centenario, victorias perfectamente intercambiables. En cuanto a la capitalidad cultural de Madrid depende del humor del Tyssen y de la Tyssen, en un paisaje serrano achicado por los desastres ecológicos: todos los bosques serán de bonsais acogidos al Patronato Tutelar de Menores y todos los ríos tendrán la próstata. El Tren de Alta Velocidad se estrellará por culpa de un adelantamiento imprudente o padecerá la peste equina o la peste informática o la que sea. Julio Anguita ganará las elecciones en 1997, pero los EE UU le aplicarán la doctrina Truman. Ningún alpinista del Partido Popular conseguirá escalar el Everest, ni siquiera Isabel Tocino llegará a la cumbre de una montaña hembra.
Los planes de estudios se aplicarán a inculcar verdades y objetivos posibles, necesarios: pagar las deudas, enterrar a los muertos, clínicas terminales rápidas pero risueñas, distintas metabolizaciones para las distintas mierdas de Tierra, Mar y Aire. Y en cuanto a lo de la mili, depende: la cosa está entre nada y toda una vida.
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