Los menores de siete años, principales víctimas de los accidentes por lejía
La lejía es un arma barata frente a virus, bacterias, esporas y hongos, pero también los niños son víctimas frecuentes de su acción: la mitad de los accidentados en el último año tenían menos de siete años. La cuarta parte de los 157 casos de contacto o ingestión de lejía consultados al Instituto Nacional de Toxicología ocurrieron a niños de uno a tres años, esa edad en que la curiosidad les impele a llevarse todo a la boca.Según el doctor Segura Abad, del Instituto de Toxicología, la mayor parte de los niños ingerían la lejía en la cocina de su casa, ya que tenían al alcance el envase, generalmente en familias donde existían antecedentes de otros accidentes. El lavado o ingestión de agua con clara de huevo es un tratamiento eficaz.
La ingestión -más frecuente- o el contacto de piel o mucosas con lejía es relativamente inusual -un 2,52% de todas las intoxicaciones consultadas a Toxicología- y de leves consecuencias en los últimos años, debido a que la mayoría de las lejías contienen menos restos dañinos. Todos los accidentados de 1988 se curaron sin secuelas; la mayoría (70%) no presentaban siquiera sintomatología, y de existir, el vómito era el signo más frecuente (8%).
Las disoluciones de hipoclorito, la clásica lejía, es un desinfectante vigente hoy, más de dos siglos después de que Berthollet descubriera sus propiedades blanqueantes. En un encuentro entre fabricantes y médicos celebrado esta semana en Madrid, se pudo ver cómo la lejía desnuda a las salmonellas, rompe el vibrión del cólera, y coagula las estructuras del estafilococo en pocos segundos. La brillante exposición de un experto del Instituto Pasteur, de París, A. Dodin, defendió la vuelta a la higiene para atajar la eventual resurrección de ciertas enfermedades, como el cólera, ante las resistencias que aparecen en estos gérmenes frente a los antibióticos al uso.
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