Con mal sabor americano

JUAN ARRIBAS Kirk Douglas se había convertido en una estrella importante en los estudios de la Warner Brothers. Pronto comprendió las limitaciones de su nueva situación si se ataba mediante contrato a los nuevos estudios. Esta era una fórmula habitual que las productoras utilizaban para atrapar a las estrellas o astros más comerciales. El actor, tan rebelde e inestable en su vida real como en la imagen que transmiten los papeles que Interpretó en la pantalla, no aceptaba el yugo de los contratos indefinidos. Él mismo se presentó ante Charlie Fieldman para comunicarle sus intenciones de romper con la Warner. Douglas, conocedor de las dificultades de esta ruptura, se ofreció a rodar gratis la siguiente película a cambio de su libertad.

En este caso, los avariciosos productores no pudieron resistir la oferta y le incluyeron en el reparto de La ley de lafuerza. El tema es un típico producto de la saga de madereros tantas veces llevada al cine por el western. Aunque represente un subgénero, el título es famoso en la historia del cine por haber tenido cuatro versiones. En 1919 la protagonizó Wallach Reid; en 1927, Milton Sills (ambas versiones son mudas). La puesta en escena más ambiciosa la realizó William Kieghley bajo el título de El valle de los gigantes.

La última versión la protagonizó Kírk Douglas, y sólo cuenta con el atractivo del actor, que, a pesar de estar pasando una grave crisis profesional y afectiva, no defrauda. Para él era una película de total compromiso, pero su rostro siempre es adecuado para representar a este avispado maderero de California que lucha por hacerse con la concesión de la tala de secoyas, un bosque de árbolds gigantescos y centenarios habitados por cuáqueros. Douglas entabla una lucha sin cuartel contra esta secta pacifista.

Aunque la acción sucede en California, los exteriores fueron rodados en Oregón. Es un producto típico del que sólo cabe resaltar el carácter épico que siempre es atractivo en estos westerns. La Warner trató de componer una película barata; pero, a pesar del interés del reparto, con protagonistas tan de moda en 1953 como Patrice Wymor y John Archer, no tuvo escrúpulos en incorporar secuencias y trozos de película de la versión anterior.

El producto resulta típicamente americano; puede entretener por el carácter del argumento, pero resuelta descuidado.