Un actor en carne viva
Hoy se inaugura, con la emisión de Río rojo, de Howard Hawks, un ciclo de películas interpretadas por Montgomery Clift, individuo enfermizo, de carácter solitario y vida atormentada y muy dolorosa, formado en el teatro neoyorquino en los últimos años 40 y primeros 50, pero que, y esto hizo de él un actor fuera de norma, no adquirió en estos años de formación ninguno de los estigmas gestuales de las escuelas neoyorquinas, sino que desarrolló un estilo propio e intransferible, que no ha dejado herencia y que murió con su muerte.Era Clift una persona con criterios no comunes, amigo de ir contra la corriente, con tendencias hacia la exquisitez e inclinaciones al perfeccionismo, que aportó al cine desde su primera aparición en la pantalla algo que se consideraba privativo de las grandes divas del cine mudo: la capacidad para expresar los estados del ánimo sólo con los ojos, sin necesitar una sóla palabra como soporte. Alrededor de la mirada de Clift se ha vertido mucha tinta por esta causa. Fue un actor de genio, uno de los más complejos y refinados que ha dado el cine norteamericano. Recordar ahora algunos de los hitos de su carrera es, por ello, una buena manera de seguir en su obra la constante y obsesiva indagación del actor en sí mismo, un agotador esfuerzo introspectivo que fue parte de su talento y de su infortunio personal. Río rojo, Yo confieso (Alfred Hitchcock), La heredera (William Wyler), De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann), Freud y Vidas rebeldes (John Huston), son algunas de las películas que componen este buen ciclo, pues todas ellas, además de reliquias del sello de Clift, son obras serias y forman parte de la mejor tradición del cine de Hollywood.En Río rojo comparte Clift con John Wayne y Walter Breenan una dificil triangulación de personajes, que él, novato ante las cámaras, superó con brillantez. Filme concebido a la medida de Wayne, terminó siéndolo -Howard Hawks era propicio a dar en el rodaje libertad a la inspiración de sus actores- a la medida de Clift, que sin apoderarse del protagonismo del filme lo encarriló hacia sus peculiaridades interpretativas, hasta el punto de que su presencia (inédita) modificó a las (ya talladas en piedra) de Wayne y Breenan.
Río rojo se emite hoy a las 22
30 por TVE 1.
Fue la primera, pero no la última vez que esto ocurrió. Hacía Clift la cosas de tal manera, se situaba ante la cámara con actitudes tan diferentes de sus colegas, que éstos y sus directores eran arrastrados por la iniciativa de Clift, que así imponía sus leyes. Sorprendente actor, sorprendente individuo, cuya trágica vida era contenida por su mirada loca, tensa y espiritual, de niño ofendido por el envejecimiento.
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