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GENTE

Jaime de Ojeda

Un amigo de Bush para la Embajada en EE UU

Se les veía juntos recorriendo en bicicleta las calles de Pekín o haciendo excursiones a la Gran Muralla, y esa amistad forjada con el presidente George Bush y su familia en el austero Pekín de Mao Zedong bien puede valer ahora a Jaime de Ojeda, representante de España ante la OTAN, ser nombrado a finales de este otoño embajador en Washington. Poco antes o poco después de las elecciones de este mes tendrá lugar un vals de embajadores, y todo el palacio de Santa Cruz, la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, da de antemano por seguro que a De Ojeda, soltero de 56 años de edad, le tocará sustituir a Julián Santamaría en la capital federal.De aquella pareja de norteamericanos que conoció cuando a mediados de los años setenta era ministro-consejero en Pekín, De Ojeda guarda, sobre todo, el recuerdo de la "señora notable" que era Barbara y del "sentido de la disciplina" de su marido, George, que al término de su estancia en China aceptó sin rechistar el puesto de jefe de la CIA, en el que le nombró Gerald Ford a pesar de que corría el riesgo de quemarse y no poder acceder nunca a una presidencia con la que empezaba a soñar.

El jefe de aquella misión de EE UU en Pekín, que todavía no se llamaba embajada, se fue a hacerse cargo del servicio secreto, y desde entonces De Ojeda mantuvo el contacto con sus amigos a través de las felicitaciones que intercambiaban por Navidades. Pero cuando el pasado 29 de mayo en Bruselas, en la cumbre de líderes de la OTAN, George Bush pasó, camino de su asiento, delante de la delegación española, se detuvo para saludar a De Ojeda ante la mirada sorprendida de Felipe González. "Jaime, no nos habías dicho esto", le dijo el presidente a su embajador.

El gesto del presidente demuestra, según De Ojeda, que "sigue siendo un caballero" al que no se le ha subido el cargo a la cabeza, y Bush tuvo un segundo detalle con su amigo al renunciar, en el encuentro que mantuvo ulteriormente con González, a su intérprete y ponerse en sus manos para la traducción. Antes de empezar la entrevista le transmitió un efusivo saludo de Barbara.

Con su humor socarrón, De Ojeda asegura desde entonces que "los momentos más estelares de su carrera han sido sus traducciones", porque, además de actuar como intérprete entre ambos presidentes, tradujo del inglés al castellano el libro de Lewis Carrol Alicia en el país de las maravillas, publicado en España por Alianza Editorial.

A pesar de que guarda un grato recuerdo de su estancia en Washington como diplomático (1962-1969), el representante de España ante la OTAN no parece excesivamente seducido por su eventual regreso a orillas del Potomac. "Si porque tengo un amigo bien situado se creen en Madrid que les voy a conseguir la luna, están equivocados" ' confía preocupado a sus colaboradores. "En España la amistad significa todo o casi todo, pero en EE UU hay que ganarse las cosas a pulso".

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