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Cerca de 200 antiguos 'maquis' celebran en Cuenca el 'día del guerrillero'

"Después de golpearnos nos llevaron a la cárcel; a varios hombres no les podían extraer la camisa de la carne". La historia la recuerda Manuel Antón, veterinario de 73 años y antiguo maquis, que acudió ayer, junto con cerca de 200 excombatientes, a Santa Cruz de Moya (Cuenca) para celebrar el día del guerrillero español.

El primer encuentro con el pasado fue en Cerro Moreno. Los cuatro autobuses en los que viajaban los cerca de 200 guerrilleros y guerrilleras que continuaron la lucha tras el final de la Guerra Civil, se detuvieron al llegar al lugar, situado a poco más de tres kilómetros de Santa Cruz de Moya. Allí, en 1949,12 miembros de la Agrupación Guerrillera de Levante (AGL) murieron durante un enfrentamiento con la Guardia Civil. Algunos combatientes se desplazaron desde Nimes (Francia).La memoria colectiva es difusa, y las versiones sobre aquel suceso se contradicen. "No voy a decir el nombre de la persona, porque todavía vive, pero los cogieron [a los 12 maquis], por el chivatazo de uno de ellos, integrado en la agrupación como espía y al que ascendieron después del combate", aseguraba ayer un vecino de este municipio, ahora de mayoría socialista. Para la historiadora Fernanda Romeu, la versión popular no puede aceptarse. "No figura en la documentación recopilada durante ese período", afirma. Quizás la confusión se deba a que en la actualidad se prohíbe consultar determinados archivos. "Entre ellos, el del Ministerio de Defensa", apunta Romeu.

La palabra cárcel surge en todas las entrevistas a los guerrilleros. La mayoría ha pasado buena parte de su vida en prisión y ha estado sometida a consejos de guerra. "Los recuerdos", dice Raque¡ Olmedo, activa combatiente y presidenta en Madrid de la asociación que aglutina a los maquis, "son muy dolorosos".

Camilo Ballovar, de 73 años, se desplazó ayer desde Barcelona. Desterrado en Calpe en 1939, consiguió llegar a Rusia para participar en una misión fallida: secuestrar a Agustín Muñoz Grandes, jefe de la División Azul.

Golpes, registros domiciliarios, muertes sin aclarar y toda clase de vejaciones fueron cometidas por el ejército de represión, según relatan los guerrilleros. Ellos insisten en la necesidad de recuperar su identidad y el respeto de los ciudadanos. "Queremos que se nos considere como lo que fuimos", añade Raquel Olmedo, "una avanzadilla de la democracia".

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