_
_
_
_

Renfe abre la línea Villaverde Alto-Atocha sin rematar las obras de las estaciones

Juan Antonio Carbajo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

El domingo entró en funcionamiento el nuevo tramo de cercanías entre Villaverde Alto y Atocha. La obra, cuya apertura estaba prevista para hace tres años, permite independizar la línea Fuenlabrada-Villaverde-Madrid de la de Parla-Madrid y reducir la frecuencia de paso entre tren y tren. Las cuatro nuevas estaciones, sin embargo, no están terminadas. El primer viaje se realizó sin aseos -cerrados por falta de agua-, con las papeleras y carteles de señalización por instalar y equipos electrógenos como generadores de luz.

Las obras contempladas en el plan de Cercanías, que el Ministerio de Transportes, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y Renfe firmaron en 1983, se van desgranando con lentitud. El nuevo tramo Atocha-Villaverde Alto debía ser una realidad en 1986, pero no se abrió hasta el pasado domingo. Tanto retraso ha pillado desprevenidos a los vecinos de Villaverde, que, resignados a esperar, ayer ni se dieron cuenta de que los trenes de cercanías habían llegado. ¿Esto es el metro? Las azafatas de la empresa Esabe que provisionalmente informan al público en la nuevas estaciones no daban abasto. "No, señor, es el tren de cercanías". A los taquilleros de Méndez Álvaro les asediaban los viajeros que querían hacer trasbordo con el metro. "Ésta taquilla es para el tren; la que usted busca está enfrente". Los carteles no habían llegado todavía. Ni los tornos de las puertas -cuatro "obreros especializados" de Renfe se dedicaban a revisar los billetes-. Ni la energía eléctrica. "Hemos tomado la luz de un fluorescente", comentaban en la taquilla.

Primeros usuarios

Santiago Fernández, un trabajador vecino de Villaverde, fue de los que sí se enteraron. "Me viene fenomenal porque el autobús tarda mucho", explica. Apenas 500 personas pasaron por las taquillas de las cuatro nuevas estaciones -Méndez Álvaro, Doce de Octubre, Orcasitas y Puente Alcocer- entre las 6 y las 9 de la mañana. El domingo fue el día de los curiosos. "Venían familias enteras a darse una vueltecita y conocer la línea", cuenta la azafata de Orcasitas.Renfe ha reforzado la línea con personal de otras líneas. "Es por si pasa algo; parece que están muy interesados en que esto salga bien", comentaba uno de los empleados que temporalmente ha cambiado de destino. CC OO tiene sus dudas sobre el terminado del trayecto. "No ha entrad en servicio el sistema tren-tierra que permite al maquinista mantener una comunicación con la estación", explica José Escudero, secretario general del sindicato ferroviario. "Hasta dentro de ocho meses, como mínimo, no estará instalado el control centralizado de tráfico y no existe plan de protección civil".

Los aseos públicos están todavía fuera de servicio en todas las estaciones. El acceso al hospital Doce de Octubre, en el apeadero del mismo nombre, "está clausurado por defectos en la cerradura, y encima cae carbonilla del techo cada vez que pasa un tren", cuentan los empleados.

A la hierba de la estación de Orcasitas, la única que queda al aire libre, no le han dado tiempo para crecer. Los jardineros, a falta de agua, riegan el abono sacando la manguera por la valla de la estación hasta la boca de riego más cercana. "El domingo una familia gitana que usa habitualmente el caño de agua nos impidió regar y los niños se dedicaban a tirar dardos a la goma", cuentan en la estación. El aparcamiento está sin asfaltar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Pero los viajeros están contentos. "Nos ha tocado la lotería", decía a la azafata una vecina de Orcasitas. Los usuarios que llegan desde Fuenlabrada o Leganés han viajado un poco más anchos. La frecuencia de paso de los trenes ha bajado a siete minutos en las horas punta y ha aumentado el número de circulaciones.

"Hoy hemos ido mucho mejor, había menos gente", cuenta Mari Carmen, una oficinista de Zarzaquemada. "Es que hay días que parece que hay una manifestación en el andén". Florencio de las Heras pegó un salto cuando el tren salió de la estación, de Villaverde Alto y tomó un camino inusual. "¡Pero si es la casa de mi madre!". Florencio subió al tren en Fuenlabrada sin conocer el nuevo trazado de la línea. "Sólo noté que había esperado menos en el andén".

"También lo han notado los trabajadores", apunta Escudero. "Se ha duplicado el número de viajes, pero no ha variado el número de operarios y, al parecer han reforzado el servicio quitando trenes a las líneas de Guadalajara y Cantoblanco". La reducción de la frecuencia de paso afecta a las líneas Atocha-Fuenlabrada y Atocha-Parla.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_