¿Dónde está mi vestuario?
George Karl causa sensación en la plantilla madridista de baloncesto
George Matthew Karl es la gran novedad en la sección de baloncesto del Real Madrid. Un técnico joven -38 años- que trabajó durante cuatro temporadas en la NBA a partes iguales entre Cleveland Cavaliers y Golden State Warriors. Sus métodos de trabajo, sus conocimientos, hasta su carácter, han causado impacto en la plantilla madridista. Y los jugadores están con él. Su defecto o virtud radica en que encaja mal cualquier derrota. El Real Madrid habla ya el idioma de la NBA.
Cuando George Karl aterrizó en Madrid, el club le organizó una visita programada a sus dependencias. Primero, la sala de trofeos, para que se diera cuenta de la grandeza de la institución. Después, el Palacio de Deportes, un recinto muy digno. Al mediodía, comida con Ramón Mendoza, un presidente que ha hecho negocios con el mundo entero, La visita, sin embargo, tuvo un momento difícil, que revela cómo un profesional de la NBA entiende su actividad.Ya en el Palacio de Deportes, por entonces en obras de reforma, visitó el vestuario. "No está mal", contestó Karl, "ahora quiero ver el vestuario del entrenador". "¿El vestuario del entrenador?", respondió sorprendido Lolo Sainz, quien en sus 14 años de trabajo en el Real Madrid jamás había podido soñar con tener su propio vestuario. "No hay", dijo, "Bueno", añadió Karl, "pasemos a la sala de vídeos". "¿Sala de vídeos?", insistió Sainz. "No hay, de momento", respondió apurado. "¿No hay un encargado del servicio de vídeo?", inquirió Karl. "No", añadió Sainz. "Bueno, pues veamos el despacho del entrenador". "Todavía no está terminado", mintió Sainz, quien jamás tuvo un despacho en 14 años. "Ya ve que el Palacio está en obras", se disculpó. "Entonces, la sala de reuniones con los jugadores", insistió Karl, quizá dudando de que la organización del club no estuviera en consonancia con los cientos de trofeos que había visto media hora antes. "No hay sala de reuniones, pero la habrá", volvió a mentir Sainz, temeroso de que el fichaje se frustrara. "Quizá podríamos juntar el despacho, la sala de vídeo y la sala de reuniones en el mismo local", propuso Karl. Hace unas semanas pidió un gimnasio para los jugadores, para evitar que cada cual se ejercite en un local diferente o acudan a gimnasios privados. Ha recibido respuesta afirmativa, pero es posible que acabe la temporada sin despacho, local de vídeo, local de reuniones y, por supuesto, gimnasio. Karl vive el baloncesto durante las 24 horas.
"Podríamos decir que la diferencia entre un entrenador español y un norteamericano no radica en los conocimientos básicos sobre el baloncesto", manifiesta Llorente, jugador del Madrid. "La diferencia estriba en que ellos [los norteamericanos] han profundizado mucho más sobre esos conocimientos".
Karl estudia detalladamente lo que hay que hacer en cada entrenamiento, lo que hay que hacer en cada partido, las características de cada rival y de cada jugador del equipo contrario. Antes de un partido, el vestuario del Madrid adquiere un semblante nuevo: las paredes se encuentran prácticamente empapeladas con los sistemas de juego del rival, sea de la categoria que sea, porque para Karl no hay partido amistoso. "Hay que recuperar la leyenda de este club", les comentó un día a sus hombres, "y desde el principio. Hay que ganar todos los partidos para que nuestros rivales lo sepan. Que sepan que no perdemos nunca". Sus instrucciones son precisas y está tan confiado en su capacidad para analizar los defectos del contrario que él ordena las jugadas desde el banquillo. "Tiene una computadora en la cabeza. Nos indica cada jugada y hace muchos cambios, pero controlando los minutos que jugamos cada uno y las personales que tenemos. Todo lo lleva en la cabeza", sostiene uno de sus hombres.
Minuto de silencio
Antes de salir a la cancha, Karl ha impuesto otra novedad en el vestuario: un minuto de silencio. "Siempre lo he hecho así", aclara Karl. "Por dos motivos. Uno, por si algún jugador es religioso y quiere rezar. Otro, por que exista un momento de concentración".Su peor defecto es que no sabe perder. "Intuimos", dice un jugador, "que su carácter aún puede ser peor que lo visto hasta ahora en los dos partidos que hemos perdido". En Málaga, en un amistoso frente al Mayoral que acabó en derrota, ni su segundo, Clyfford Luyk, se atrevió a traducir lo que profirió Karl. Lo más leve que dijo fue algo así como "somos unos mierdas".
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