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La odisea de un emigrante

Ante la insostenible situación económica del país, los trabajadores mozambiqueños dirigen sus pasos hacia Suráfrica. Joáo es uno de los miles de aspirantes a lograr uno de los 45.000 contratos concedidos por Pretoria para que otros tantos trabajadores de Mozambique vayan a trabajar a las minas de carbón y oro del Transvaal. Si con los sobornos que ya ha pagado, las influencias políticas a las que ha recurrido y algo de suerte lo logra, Joao cobrará parte de su sueldo en rands, la moneda surafricana que circula en su país con la misma facilidad del dólar norteamericano.Hace cuatro años dejó su puesto en la Administración por un contrato que logró renovar durante tres años en una mina de oro de la Angloamerican, cerca de Johanesburgo."La vida era muy, dura", explica. "La mina era muy antigua y para descender a nuestros puestos de trabajo había que trepar durante una hora por una escalera colgada de un barranco. Teníamos que estar a las seis de la mañana ante la entrada de la mina y no volvíamos allí hasta las 15.30 horas. No parábamos de trabajar, ni siquiera para comer", relata.

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Pero gracias a los privilegios de que gozan los contratados legales -están exentos de impuestos de importación- pudo enviar desde allí el tejado de uralita y el cemento necesarios para terminar la casa que se estaba construyendo; el taxi con el que se gana la vida y los muebles del dormitorio.

Ahora se ha apuntado de nuevo a las concurridas listas de espera de las empresas que seleccionan el personal. "Quisiera comprarme un chapa 100 para mejorar el negocio", afirma. En caso de no conseguir el objetivo, cabe la posibilidad de atravesar la frontera ilegalmente. "A veces, los propios mineros surafricanos ceden a los clandestinos una parte de su sueldo a cambio de que les hagan todo el trabajo", explica. "Pero luego hay que eludir las aduanas mozambiqueñas por caminos especialmente peligrosos donde acechan los guerrilleros que nos esperan para limpiarnos".

Para él lo más dificil en Suráfrica son la relación con sus propios compañeros surafricanos, que acusan a los mozambiqueños de actuar de esquiroles durante las huelgas.

¿Y el apartheid? "Sí, Suráfrica tiene ese defecto", admite. "Pero eso no importa cuando uno tiene la barriga vacía".

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