Las vidas Separadas de Ana y el capitán
Mark Phillips puede recibir entre 400 y 1.000 millones de pesetas tras su divorcio de la hija de la reina de Inglaterra
Los británicos han acogido sin emoción la ruptura matrimonial de la princesa Ana y el capitán Mark Phillips. El anuncio emitido por el palacio de Buckingham no hizo sino confirmar oficialmente lo que todo el país sabía, que la pareja no marchaba y vivía en mundos ajenos. El ciudadano de a pie está de acuerdo con la salida buscada, que ve únicamente como la que tiene un nombre propio de mayor alcurnia entre las 170.000 separaciones que este año se van a producir en todo el Reino Unido.
La boda de la única hija de la reina de Inglaterra fue la primera transmitida por televisión al mundo desde la Corte de San Jaime. Quinientos millones de personas pudieron ver la euforia de los británicos que en aquel noviembre de 1973 se apretujaban en el recorrido desde Buckingham a la abadía de Westminster. El jueves, cuando saltó la noticia, sólo unos cientos miraban con melancolía a través de las rejas del palacio.La separación de los Phillips cayó como fruta madura, y en la calle hay alivio teñido de indiferencia: alivio porque por fin se van a acabar las pueriles especulaciones sobre un matrimonio que hacía agua por donde se mirara; indiferencia porque la ruptura estaba encantada
La Prensa seria reflejaba el viernes un cierto cansancio psicológico ante el caso, mientras la popular intentaba pinchar en carne y publicaba historias contradictorias entre sí. Para algunos de los medios sensacionalistas, Mark era el malo de la película, ansioso por expoliar los bienes del matrimonio, al tiempo que otros lo pintaban como un caballero sin ánimo de lucro. El diario The Independent, de conocido desinterés por los, avatares de la familia real, fue escueto hasta el extremo entre los de información general. En su última edición del jueves dedicó el último de los breves de información nacional a dar cuenta de la separación. Dijo en 37 palabras lo que Buckingham confirmó al día siguiente con 26.
Ese es el periódico al que está suscrito el capitán de fragata Timothy Lawrence, el hombre más estrechamente asociado con la princesa Ana, quien tuvo que hacer frente en su casa de Winchester a una horda de reporteros.
"No ha funcionado"
The Times presentaba la separación de los Phillips como un feriómeno más de nuestro tiempo. "No ha funcionado, como muchos otros matrimonios modernos", decía un editorial. "Eso no nos pone más cerca de convertirnos en una república ni el Gobierno va a caer". El comentario era un recordatario indirecto de otra crisis matrimonial, la de Eduardo VIII, quien se vio obligado a abdicar para poder casarse con la divorciada nortemericana Wallis Simpson.La Prensa ha dedicado sus primeras especulaciones a aventurar qué caminos afectivos va a tomar cada uno de los Phillips y cuáles van a ser los términos económicos de la separación. Nadie duda de que, transcurridos los dos años de rigor, la pareja solicitará el divorcio.Los arreglos financieros han quedado en manos de Matthew Farrer, abogado de la Reina, que velará por los intereses de Ana como lo hizo por los de la princesa Margarita hace 13 años, y de lord Goodman, que trabajará para Phillips. Se da por hecho que todo está ya resuelto y que la Reina ha desempeñado un papel clave en la consecución de un acuerdo que permanece secreto.
Abogados matrimoni alistas ven en esta disolución a Mark como claro perdedor y vaticinan que la compensación será como para quitarle de probletna económicos para el resto de sus días.
Entre dos y cinco millones de libras (de 400 a 1.000 millones de pesetas), según especulaciones periodísticas, le puede suponer la separación al antiguo capitán de Dragones metido a granjero y dedicado a la explotación de su sabiduría hípica. Phillips se queda con una granja próxima a la residencia de Gatcombe Park, que regalara la reina al matrimonio en 1976, para estar cerca de sus dos hijos, Peter y Zara, y para seguir con su explotación agropecuaria. Además, Mark Phillips conserva sus intereses en el centro hípico que lleva su nombre en Gleneagles (Escocia) y seguirá dando clases de hípica y asesorando sobre caballos allá donde se le requiera, sea Marbella o Nueva Zelanda. Land Rover, cuya imagen representa, ya ha dicho que la ruptura matrimonial no implica la disolución de¡ vigente contrato de 100 millones de pesetas que une a Phillips con el fabricante británico por tres años.
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