_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Regresión china

SE HABLA poco últimamente en la Prensa china sobre la represión, sin duda por temor al desprestigio internacional. Pero las cifras que circulan en los medios diplomáticos de Pekín son aterradoras: desde el pasado junio, de 8.000 a 9.000 ejecuciones (incluyendo a delincuentes comunes) y de 20.000 a 30.000 encarcelados. Y la represión no ha terminado. Las recientes declaraciones de Song Ping, nuevo miembro del comité permanente del Buró Político del Partido Comunista Chino (PCCh), reflejan una actitud agresiva contra "el número sustancial" de altos cargos del partido "comprometidos con la contrarrevolución" o que "protegen" a los culpables. Es un tono propio de un poder que sólo confía en la represión para asegurar que sigan gobernando los "verdaderos comunistas".Durante el verano las condenas judiciales se han combinado con una amplia depuración del partido y de la Administración para eliminar a los que expresaron simpatía por las manifestaciones estudiantiles. Simpatía que, según la tesis hoy vigente, equivale a complicidad con la contrarrevolución. Para acabar con el liberalismo burgués se aplican métodos que recuerdan las etapas de un comunismo de cuartel y de la llamada revolución cultural en la última etapa de Mao Zedong. Las purgas afectan sobre todo a la Prensa, a la Universidad y al sector del PCCh próximo al antiguo secretario general Zhao Ziyang, depuesto por su apoyo a los estudiantes. En los periódicos de Pekín, empezando por el Diario del Pueblo, órgano del Comité Central del partido, los directores y otros cargos responsables han sido eliminados y sustituidos por personas escogidas por los militares. Lo mismo ha ocurrido en otras ciudades. Li Ruihuan, el nuevo responsable de propaganda del PCCh, ha pedido a los periodistas que "denuncien la naturaleza hipócrita y reaccionaria de la noción burguesa de libertad de prensa". Las cosas no podían estar más claras. Se trata de volver a una Prensa uniformada que repita las consignas del poder.

En cuanto a las universidades, las autoridades temen la reapertura de los cursos, y están preparando medidas para someter a los estudiantes durante su primer año a una preparación patriótica que garantice su aceptación de la ideología oficial. Solamente podrán seguir estudiando quienes den pruebas de una actitud conformista. No es probable que medidas de ese tipo puedan extinguir los anhelos democráticos que se manifestaron de modo tan impresionante en la plaza de Tiananmen. Imponer a la fuerza una ideología a los jóvenes es un método que suele tener el efecto contrario. Pero otros proyectos, como el envío obligatorio de los estudiantes al campo durante un año, pueden tener consecuencias más graves, porque servirían -como ocurrió durante la revolución cultural- para aplicar represiones masivas, poniendo además en peligro la formación de las nuevas elites científicas del país.

Al mismo tiempo no parece haber terminado -como lo refleja Song Ping- la lucha en el seno de la dirección del PCCh. Por mucho que se hable de contrarrevolución, lo cierto es que la reforma pedida por Zhao Ziyang era mucho más cauta que la de Gorbachov. Las corrientes reformistas no se han extinguido y la misma realidad confirma su razón de ser. El equipo que hoy dirige al partido está formado sobre todo por veteranos sectarios y tecnócratas oportunistas. Aunque cuenta con el apoyo del anciano Deng Xiaoping, su política niega muchos de los rasgos de la etapa reformista que él encabezó desde 1978. ¿Hasta dónde va a llegar este retroceso? Hay algo de la etapa reformista a lo que los dirigentes chinos no renuncian: la apertura a Occidente. Temen volver al aislamiento, y tienen para ello poderosísimas razones económicas. No parece que los Gobiernos occidentales pongan serias dificultades a ese deseo. Kissinger ha dado la pauta del realismo cínico en un artículo de Los Angeles Times: "China es demasiado importante para la seguridad americana como para arriesgar la relación con ella por emociones del momento". En Japón, como en EE UU, los hombres de negocios vuelven a Pekín con el beneplácito de los Gobiernos. El mundo parece amoldarse a la lamentable regresión de China hacia métodos del pasado.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_