Luis Lerga
Cambia la toga de juez por la de abogado
El 27 de julio de 1989, el día que Luis Lerga Gonzálbez cumplía 61 años, el Consejo General del Poder Judicial le concedió la,excedencia por dos años, "por interés particular", según dice la ley. En fecha inminente, cuando el acuerdo se publique en el Boletín Oficial del Estado, Lerga, uno de los jueces más conocidos de la democracia, colgará la toga de magistrado y, "tras un tiempo que me tomaré para descansar", dice, calzará la de abogado para ejercer su gran vocación, el derecho civil, aunque el todavía juez se ha hecho famoso por los procesos penales en los que ha intervenido, en especial los casos Rumasa y Palazón, ambos relacionados con delitos monetarios. El motivo directo para tirar la toalla de juez ha sido el fracaso reiterado de su candidatura para magistrado del Tribunal Supremo, cargo para el que han sido nombrados otros que Lerga considera con menos méritos. "Jueces más listos que yo los hay", señala, "pero que hayan sido buscados para tantos casos importantes y que hayan recibido tantos elogios a su alta calidad jurídica sinceramente no los veo". Con tono de confidencia, resalta que mientras Ruiz-Mateos estuvo bajo sujurisdicción y las cosas se hicieron bien, incluida la extradición desde Alemania, el ex propietario de Rumasa "se presentó a las elecciones y no sacó apenas votos, mientras que ahora, tras pasar por muchas otras manos jurídicas, ha conseguido dos escaños de eurodiputado". "Los mismos que me felicitaron luego me dieron el cuchillazo", afirma. En su opinión, alguien "muy alto" le ha metido en una lista negra.
El futuro abogado ha rechazado varias ofertas de empresas, porque "no deseo", dice, "entrar en una nómina". Cuando se le pregunta si se integrará en alguno de los grandes despachos jurídicos, pega un respingo y enfatiza: "Luis Lerga tendrá despacho propio". No descarta en todo caso, llegar al Tribunal Supremo por la vía del cuarto turno (para juristas de reconocido prestigio) o el reingreso en la carrera, tras la excedencia. Lerga permanece hasta el último momento al frente de su juzgado de Madrid y, por ser el magistrado más antiguo, sustituye estos días al decano. Ayer realizó su última guardia.
Casado y sin hijos, se confiesa creyente, "pero no del Opus Dei, aunque a fuerza de oír que pertenezco, a veces me han entrado ganas", señala. E ironiza: "Unas veces dicen que soy del Opus Dei y otras que formé parte del PCE de Carrillo. A ver si se ponen de acuerdo". Profundamente liberal, Lerga trabaja en día festivo si con ello evita la cárcel a un procesado. Ahora exhibe con orgullo el telegrama de un preso de Alcalá-Meco: "No se marche. Consulte con su conciencia. Esto no es un desastre, es una basura". Cuando era juez de Melilla, en 1975, le acusaron de "tratar igual a los europeos que a los musulmanes". Lerga declara haberse hecho "muchos amigos entre los acusados" y rechaza "el exceso de seriedad de los jueces". En cambio, elogia a la juez Manuela Carmena. "Esa muchacha vale mucho", dice, "y deberían hacerle caso".
Entre sus aficiones figura la pintura -Velázquez y Ribera son sus favoritos- y la música: "Beethoven por encima de todos", y también Bach, Vivaldi, Haydn. Practica el modelado del barro, con el que ha elaborado un busto de su esposa. Pero su gran amor es el derecho. Lerga considera "lamentable" la situación de la justicia. "Es para ponerse colorado procesar a alguien por falsedad, por haber firmado que asistió a un consejo de administración en el que no estuvo, cuando nosotros", afirma, "estamos firmando todos los días que hemos tomado declaración a ciudadanos que sólo han visto a una chiquita que sabe teclear a máquina".
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