Cientos de vecinos de Aranjuez asistieron a la expulsión de varias familias de la 'casa negra'
Cientos de vecinos de Aranjuez fueron testigos ayer, con evidente alivio y algunas sorpresas, del desalojo de unas 15 familias que habían ocupado la casa negra. El desalojo se consiguió tras las constantes denuncias de los habitantes de las calles cercanas. Algunos de los expulsados amenazaron con volver a ocupar cualquier otro edificio vacío. Cuatro asociaciones de vecinos han pedido a la población que avise inmediatamente a la policía si tiene conocimiento de algún hecho de este tipo.
Poco antes de las diez de la mañana, la presencia de numerosos policías municipales y nacionales, de un camión de mudanzas y de los preparativos para tapiar las puertas y ventanas de la casa, confirmaron a los vecinos que, esta vez, la cosa iba en serio. La casa negra, un enorme ca serón del siglo XVIII, casi deshabitado desde 1979, ocupa una manzana completa -8.000 metros cuadrados en pleno centro urbano- Hace tres años comenzó a ser ocupado de forma masiva por varias familias. El Ayuntamiento ha recibido reiteradas denuncias sobre el deterioro del, edificio, los malos olores y los numerosos robos, incidentes y enfrentamientos, presuntamente cometidos por los ocupantes.
En pleno desalojo, un hombre de edad avanzada declaró a los periodistas su convicción de que los echaban por ser gitanos: "Esto es una discriminación", dijo. "Se quejan de nosotros y ahí, en la esquina, todas las noches se reúnen chicos del pueblo a fumar porros y con la música alta, que no nos dejan dormir. El Ayuntamiento tenía que haber arreglado esto hace tres años y no echarnos ahora".
Ocupar otra casa
Una mujer mayor, muy enfada da, dijo: "Esta misma tarde [por ayer], voy a ocupar otra casa. Me echan de aquí, pues yo no me aguanto, la primera casa vacía que vea, tiro la puerta abajo y me meto". Los vecinos escuchaban y callaban. Mientras los saquen del barrio, que digan lo que quieran, parecían meditar.
Los trabajos de desalojo fueron largos y dieron lugar a varias anécdotas, como la de un funcionario municipal que, mientras hacía un inventario de los enseres que se cargaban al camión, reconoció una bicicleta que le habían robado días antes. Igualmente, un policía municipal, resignado ya a no recuperarla, advirtió que una caja de cartón tirada en el suelo era la misma donde él guardaba una radio cassette que le habían sustraído del coche. Hasta 10 camiones grandes fueron llenados con los muebles, ropas y enseres de los desalojados.
El relativo confort que revelaba la abundancia de mobiliario contrastaba con las condiciones higiénicas en el interior del caserón. Toda la planta alta se había utilizado como servicio sanitario, y los excrementos y el olor a orines provocaron más de una arcada entre los funcionarios, que utilizaron guantes de plástico. A mitad del desalojo, un responsable ordenó que se trajera un equipo de fumigación para desinfectar el edificio antes de clausurarlo. La mayoría de las familias se trasladaron a un poblado de casas bajas, situado a las afueras de la población. Otras se fueron a un segundo núcleo de casas bajas, habitadas por familiares suyos. Sin embargo, los propios agentes reconocían que en Aranjuez existen bastantes caserones vacíos, que pueden ser ocupados cualquier día.
Para atajar esta posibilidad, tres asociaciones socio-culturales y una de comerciantes, hicieron público ayer un comunicado en el que piden a los vecinos que detecten una ocupación, que lo denuncie al Ayuntamiento, y reprochaban a los propietarios de la casa negra su desinterés por la ocupación. Fuentes municipales apuntaron que a la propiedad parecía conveniría la ocupación, porque aceleraría el estado de ruina. El Ayuntamiento rechazó hace cinco años el expediente de ruina presentado por los propietarios, que recurrieron la denegación ante el Tribunal Contencioso-Administrativo.
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