Un líder humilde y astuto
El norteamericano Greg Lemond ha mezclado humildad con astucia para recuperar un liderato de ida y vuelta. Ha utilizado las etapas contra reloj para adquirir ventaja y se ha defendido inteligentemente en la montaña. "Estoy solo", insiste cada día, "sólo me quedan cuatro compañeros, y no son hombres apropiados para la montaña. No puedo hacer otra cosa que ir detrás de los favoritos y, si acaso, entrar en alguna escapada". La táctica defensiva de Lemond ha tenido éxito justamente en un Tour donde los equipos dominantes no imponen su autoridad.Lemond ha demostrado una vez más cómo un hombre en solitario puede defenderse en cierto tipo de etapas montañosas, sobre todo cuando éstas se caracterizan por la pasividad de ciertos protagonistas de la carrera. A río revuelto, Lemond ha sacado provecho limitándose a seguir la rueda de Fignon. Dado que nadie, a excepción de Delgado, planteaba ataques en toda regla, al norteamericano le fue fácil fijar cuál tenía que ser su posición en carrera: siempre lo más cerca posible de Fignon. Lemond siguió la rueda de Fignon con perfección en la primera etapa de los Pirineos para perder en la segunda solamente 12 segundos respecto al francés. El rápido descarte de otros favoritos y el hecho de que el PDM permaneciera inactivo, le permitieron tomar esa decisión. No había grupos intermedios con gente peligrosa ni rotura parcial de ninguna etapa. Posteriormente ha recuperado esas pérdidas en las contra reloj individuales.
Igual que Marino
El caso de Lemond tiene otra curiosa similitud, cual es la del español Marino Lejarreta, quinto en la general, y un hombre que empieza a levantar frases de admiración entre los especialistas. "Hacer las tres grandes es un esfuerzo considerable. Son más de 9.000 kilómetros a fuerte ritmo", ha señalado Hinault. "Está bien hacer dos, una como preparación de la otra, pero tres es demasiado". Pues bien, Lejarreta ha utilizado la misma táctica que Lemond y se ha visto favorecido de las mismas circunstancias de la carrera. Mientras Lemond obtenía 30 segundos sobre Lejarreta en la primera etapa pirenaica, Lejarreta descontaba 24 segundos sobre el norteamericano en la segunda. Lemond obtuvo 2.20 minutos en la contra reloj llana sobre Lejarreta, mientras que el español recuperó 33 segundos en la cronoescalada. Lejarreta, igualmente, carece de auxiliares para las pruebas montañosas porque su equipo, el Paternina, está diseñado para las etapas en llano. Pero en este punto acaban las comparaciones.
Porque el caso de Lemond es singular: no sólo no tiene equipo para la montaña sino que apenas cuenta con elementos para el llano, reducido el ADR a cinco corredores.
Así que la actuación de Lemond ha sido tan inteligente como necesariamente dotada de enorme prudencia. Porque sólo un corredor aparentemente desahuciado ha podido engañar al pelotón entero. Y Lemond no se ha recatado, día tras día, conversación tras conversación, en extender por todos los rincones del Tour que su caso era anecdótico, que su actuación acabaría cruelmente en las faldas de cualquier montaña. Las últimas referencias le eran tan desfavorables (a casi una hora de Fignon en el Giro) que ni siquiera sus actuaciones en la contra reloj daban crédito a su estado de forma. Esa astuta humildad ha sido posiblemente la causa de que Lemond pasara inadvertido para los demás favoritos en la creencia de que caería por sí sólo.
Delgado, por ejemplo, nunca atacó a Lemond, sino a Fignon, como Mottet, o como Fignon es quien ha atacado a Delgado. Y el famoso PDM no ha atacado a Lemond, que alguna vez ha estado en posiciones muy débiles, porque trataba de no cooperar con Fignon. Nadie se ha fijado en él durante dos semanas, mientras el norteamericano insistía una y otra vez que su caso estaba perdido. Cuando la última semana da comienzo Lemond aparece como un favorito sólido. Pero sigue solo, solo ante el peligro.
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