Laura Morante
Muda ante las cámaras de televisión
OCTAVI MARTI Laura Morante es italiana, actriz, no ha cumplido los 30 y se diría surgida de un sueño con mucho sol. En Barcelona ha presentado recientemente su última película, Le corps perdu, de Eduardo de Gregorio, donde interpreta un doble papel: es una arquitecta preocupada por el dinero y una diva de la ópera muerta 60 años antes. En el filme habla siempre en castellano y en francés. "Primero querían doblarme, pero luego les demostré que podía hablar el español con la música argentina, que es parecida a la italiana. El cine español y el italiano comparten la misma falta de amor por el sonido, por la voz de los actores".
Es extremadamente tímida, hasta el punto de que se niega a ser entrevistada por televisión. "En Venecia, hace años, los de la RAI me forzaron a salir en un programa. Me quedé muda, en blanco, sin saber qué decir, como si fuera idiota. Odio las cámaras de televisión, la televisión". Sin ellas lo tiene todo claro y argumenta muy bien: "Siempre te preguntan que definas el personaje que interpretas, que lo describas. Esto, para un actor, es un insulto. El personaje está ahí, en la pantalla y todo lo que tenías que decir sobre él se ha transformado en imagen. Es algo mágico y no merece la pena hablar de ello".
De su experiencia profesional sí le parece interesante hablar. "Una buena película es ante todo un buen guión. Cualquier imbécil puede dirigir un filme, pero muy pocas personas son capaces de escribir un buen guión".
Su condición de actriz internacional no le hace feliz. "En Italia sólo se ruedan tres películas interesantes al año. Por eso participo en proyectos franceses, argentinos o de donde sea".
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