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El Fianna Fail acepta por vez primera formar parte de una coalición en Irlanda

Charles Haughey, el primer ministro irlandés, consiguió ayer el apoyo parlamentario necesario para mantenerse al frente del Gobierno, al cabo de casi un mes de empantana miento político, derivado del resultado poco definido de unas elecciones que él mismo convocó para intentar obtener mayoría absoluta. Su partido, el Fianna Fail (FF), ha aceptado a regañadientes, y en nombre del pragmatismo, entrar por primera vez en su historia en un Gobierno de coalición.Charles Haughey, quien a principios de la pasada semana aún se negaba en redondo a aceptar la coalición, se vió obligado a cambiar de actitud ante la tozudez de los hechos y ayer pudo presentarse de nuevo ante el Dail (Parlamento) con un acuerdo que garantiza el apoyo de los seis diputados demócratas progresistas a sus 77 parlamentarios y le da la mayoría.

Ambos partidos han acordado una agenda política no muy diferente de la que estaba en marcha en la pasada Iegislatura, cuando Haughey casi siguió al pie de la letra el programa de la oposición.

El futuro Gobierno irlandés suavizará, sin embargo, los aspectos más crudos de aquella política, fundamentalmente los relativos a los recortes en la sanidad.

Lo más espectacular de estos hechos es la apertura de una nueva época en el parroquial régimen político irlandés. El Fianna Fail, que se tiene por el partido de Irlanda desde su fundación en 1926, ha tenido que tragar la amarga píldora de la concesión explícita y, con el establecimiento de un precedente inaudito, ha abierto la posibilidad a una nueva alineación de fuerzas.

El partido Demócrata Progresista (PD) nació hace cuatro años escasos de una escisión en el FF motivada por las diferencias personales entre Haughey y Des O Malley, unidos por su repulsa mutua.

El acuerdo logrado ayer, que coloca a dos miembros del PD en el Gobierno, hace factible que a medio plazo los demócratas progresistas, a los que ninguna diferencia ideológica separa del conservador FF, vuelvan al redil y con ello quede más despejada la incipiente evolución de la política irlandesa a moverse por patrones ideológicos más que por referencias a la guerra civil de 1922-23, librada por desacuerdos sobre los términos de la independencia del Reino Unido.

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