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Guerra a muerte en Cangas

200 vecinos del pueblo pontevedrés vigilan el Ayuntamiento para impedir la entrada del alcalde

Xosé Hermida

Todos los días al amanecer, desde el pasado 1 de junio, 200 vecinos de Cangas de Morrazo se congregan ante las puertas del Ayuntamiento. Ni una sola vez han dejado de cumplir la consigna lanzada por los grupos de la oposición: el alcalde, el socialista Lois Pena, nunca más volverá a entrar en la casa consistorial. La guerra entre Pena y los vecinos de Cangas ya no respeta ni a los muertos.

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La postura del PSOE

Después de un mes de aparente calma el conflicto de Cangas volvió a estallar el martes durante el funeral por la ex esposa del alcalde, Ángela Fernández, de 41 años, muerta por una sobredosis de barbitúricos. Un grupo de vecinos aprovechó la oportunidad de poder ver de nuevo a Pena cara a cara después de mucho tiempo. Le increparon y le llamaron asesino. "Se ha muerto por culpa tuya y de tu hijo", le gritaban las mujeres. El funeral terminó entre pedradas, bastonazos y agresiones a los propios hijos del matrimonio.Cercado política e incluso físicamente, Lois Pena vive momentos amargos. Afirma sentirse destrozado por la muerte de su ex mujer, que sufría frecuentes crisis nerviosas desde su separación hace un año. Sin embargo, insiste una y otra vez en que no dimitirá.

Pena se aferra al cargo aunque tenga que burlar la vigilancia vecinal para entrar en su despacho del ayuntamiento. En el último mes lo ha conseguido dos veces, siempre de madrugada y escoltado por la Guardia Civil. El resto de los días los funcionarios -entre los que figuran algunos familiares suyos- le llevan los documentos a casa para que los firme, según la oposición. La comisión de Gobierno, integrada sólo por el PSOE, también se reúne ocasionalmente en lugares desconocidos.

Los vecinos decidieron que "Lois Pena ya no es alcalde de Cangas" tras una manifestación de 6.000 personas el pasado 1 de junio. El día anterior, la Guardia Civil había cargado violentamente contra más de un millar de personas que impedían la salida de Pena y sus concejales de la casa consistorial, una más de las numerosas movilizaciones contra el Gobierno municipal desde que aprobó un espectacular incremento de la contribución urbana.

La carga produjo más de 50 heridos y desde entonces los vecinos montan guardia todos los días ante la casa consistorial. "Al primero que aparezca, al mar con él", les exhortó el concejal de Izquierda Unida, Antonio Sangabriel. Fieles a esta consigna, en los últimos días han intensificado la vigilancia para evitar que Pena vuelva a burlarlos, porque, como dice el portavoz del Partido Popular, José Manuel Chapela, "los vecinos se han tomado esto como una cruzada".

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Escasez de agua

El anómalo funcionamiento de la administración municipal empieza a crear problemas en la villa, donde todavía hoy pueden verse discretas patrullas de la Guardia Civil controlando las principales calles. Hace unos días la oposición denunció la pasividad de Pena ante la escasez de agua en el municipio, situación producida durante el invierno y que en el verano se agrava por la afluencia de turistas.

La situación es, a decir de todos, insostenible. Pena ha dicho que volverá al ayuntamiento cuando la situación en el pueblo se normalice, pero a la vista de los últimos acontecimientos parece dificil que la gente olvide ya su inquina contra el alcalde. Lo que comenzó como una protesta contra la contribución urbana es ahora una guerra a muerte en la que alguien tiene que perder. La vía de la negociación ha fracasado antes de abrirse. El secretario general del PSG-PSOE, Antolín Sánchez Presedo, anunció durante la campaña de las elecciones europeas que se reuniría con los máximos dirigentes de las fuerzas políticas representadas en el ayuntamiento excepto los independentistas del Frente Popular Galego, por sus afinidades con HB. Hasta el momento nada se sabe de estas negociaciones. Pena también ofreció a dos grupos de la oposición -PP y Partido Socialista Galego-Esquerda Galega- integrarse en la comisión de Gobierno, pero todos los partidos exigen en bloque que el alcalde dimita como condición previa para cualquier tipo de diálogo.

Tanto José Manuel Chapela, del PP, como Mariano Abalo, del Frente Popular Galego, critican la inhibición de la Xunta y el Gobierno central en el conflicto.

Mientras los políticos discuten, los vecinos seguirán acudiendo, amanecer tras amanecer, a las puertas del ayuntamiento dispuestos a tirar al mar al primero que aparezca. Pena, que se ha jurado a sí mismo que continuará en la alcaldía hasta las próximas elecciones, se empecinará en continuar desafiándolos de las más pintorescas maneras. "Aquí", advierte José Manuel Chapela, "cualquier día va a estallar una auténtica revolución".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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