Descalabro en Tokio
EL CONTROL ejercido durante años por el Partido Liberal Demócrata (PLD) sobre la escena política japonesa se ha erosionado sustancialmente en pocos meses. Casi ninguno de los políticos que militan en el PLD dominante ha sido capaz de evitar en los últimos tiempos que le salpicaran los numerosos escándalos financieros o de costumbres que han puesto de relieve la profunda inmoralidad de la vida pública de Japón. Tras el escándalo Recruit que derribó al primer ministro Takeshita, una geisha amenaza con acabar con la carrera política de su sucesor, Sosuke Uno.Incluso si Uno decide permanecer en el puesto contra viento y marca, se diría que el electorado ha tomado ya su decisión sobre la suerte del PLD. Por primera vez en 34 años, su absoluta hegemonía parece amenazada. El próximo día 23 se celebran elecciones a la Cámara alta de la Dieta y el pronóstico para el partido gobernante no puede ser peor: en los comicios municipales de Tokio del pasado domingo los liberales sufrieron un tremendo descalabro, perdiendo un tercio de sus escaños a manos de socialistas, independientes y centro-izquierda. De hecho, su apoyo ha descendido en un 15% y, de 63 escaños, el PLD se ha visto reducido a 43, en una cámara municipal de 128 miembros. Lo que más ha castigado al partido del mujeriego primer ministro ha sido el voto femenino. Durante la campaña, una vecina de Tokio le gritó: "Eres una vergüenza para Japón". A su voz se sumó la de las componentes de 52 grupos feministas.
Es previsible que los liberales pierdan las elecciones a la Dieta dentro de tres semanas. La pregunta ahora es cuándo debe dimitir el primer ministro, Uno. Hace días que se lo piden los barones de su partido. Si no lo hace inmediatamente, el primer ministro japonés que asista la semana próxima a la cumbre de París de las siete naciones superdesarrolladas será un político con muy poca voz.
