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Los legajos de la villa

El archivo municipal se traslada a una nueva sede tras haber colmado su capacidad hace 23 años

Juan Antonio Carbajo

Dos funcionarios contemplan cómo una rata vive a sus anchas entre los legajos de un inmenso archivo. "¿Y por qué no pones raticida?", pregunta uno. "Porque es la única que sabe dónde está todo". Una copia de esta viñeta de Forges está sobre la mesa del director del archivo de Madrid, donde se guardan miles de documentos de los últimos nueve siglos de la vida cotidiana, legal y administrativa de la ciudad. Primero fue en un arcón. Ahora, 16 kilómetros de estanterías. En los últimos 23 años no ha entrado ni un solo papel en el Archivo de Villa. No caben más. Desde 1863 se encontraba de forma provisional en la Casa de la Panadería.

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Más de dos años ha durado el traslado de miles de toneladas de papel del Archivo de Villa hasta sus nuevas dependencias del cuartel del Conde-Duque. Tras nueve siglos de acá para allá ha encontrado, al fin, un lugar apropiado. Hacía 126 años que estaba, provisionalmente, en la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor. Cuando llegó hasta allí, desde la casa consistorial, un tercio de los documentos se quedaron en el almacén municipal, porque ya entonces no había sitio.En 1966 estaba totalmente saturado. El Archivo contaba con 8,5 kilómetros de estanterías, la mitad que el actual. "Nuestros depósitos estaban atestados, los legajos por los pasillos", recordaba años después la entonces archivera Carmen Cayetano.

"El archivo ha estado silencioso, pero no callado", comentaba su director -archivero de villa-, José María Bernáldez Montalvo, durante la inauguración de la nueva sede. Los millares de documentos que ha generado la maquinaria del Ayuntamiento en los últimos años se han ido apilando sin posibilidad de incorporarlos a los fondos documentales. Ahora hay que recuperar el tiempo perdido. Se tardará más de una década en ponerlo al día.

En las entrañas del cuartel del Conde-Duque se apiñan 2.500.000 expedientes administrativos en 32.149 legajos, 3.350 documentos reales, 20.000 libros administrativos, 2.046 de actas y 11.894 padrones, 700 planos municipales, además de una masa documental difícilmente evaluable acumulada durante los últimos 23 años. El valor económico de los documentos depositados en el archivo podría alcanzar los 50.000 millones de pesetas, calcula Bernáldez.

El más antiguo

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El más antiguo data de 1152 y hace referencia a uno de tantos litigios fronterizos que Madrid mantuvo durante siglos con Segovia. Tuvo que mediar entonces el rey Alfonso VII, que dejó constancia de los límites territoriales en el texto que hoy todavía se conserva. En aquella época debió guardarse, junto a otros documentos coetáneos, en un arcón ubicado en el claustro de la iglesia de San Salvador, donde también se reunía el Concejo de la Villa a falta de casa consistorial. El halo religioso no lo perdió en su siguiente traslado. Cuando se construyó el primer Ayuntamiento de Madrid el archivo fue a parar a la capilla. "El archivero era uno de los funcionarios más considerados", explica Bernáldez, "tenía casi poderes notariales al poder certificar la autenticidad de los documentos".Para su director, el Archivo de Villa es de los más ricos de Europa y uno de los mejor conservados. En los miles de documentos que atesora se conservan todavía páginas inéditas de la historia de Madrid cuyos secretos intentan ser desvelados anualmente por decenas de investigadores. El pasado año se sirvieron 12.000 documentos a la investigación, pero "la historia de Madrid todavía está por escribir", opina Bernáldez.

El propio Bernáldez, archivero de villa desde 1985, ha hecho sus propias investigaciones, que le permiten asegurar, por ejemplo, que el plantígrado del escudo madrileño es una hembra. "Representaba la abundancia de caza mayor en la zona", afirma. El sello más antiguo es de 1382 y en él se ve la figura de un oso/a, aún sin el madroño ni las siete estrellas. Tras escribir la historia del único colegio que existió en Madrid entre 1290 y 1619, -el Estudio de la Villa- de propiedad municipal, prepara nuevos trabajos sobre aspectos vagamente investigados. "Por ejemplo, las relaciones entre la Corona y la Villa, que costó mucho dinero a los madrileños, hasta el punto que en el reinado de Felipe III se hacían recaudaciones para pagar la comida del rey".

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