ETA hace estallar 150 kilos de amonal y destruye parcialmente un cuartel de la Guardia Civil en Alava
Un artefacto compuesto por 150 kilos de amonal y trilita destruyó parcialmente, poco después de las cuatro de la madrugada de ayer, la casa cuartel de la Guardia Civil en la localidad alavesa de Llodio, sin que se produjeran víctimas mortales. En el edificio dormían 33 personas. Uno de los agentes de guardia salvó la vida al cruzar la esquina de la casa cuartel para pedir fuego a un compañero segundos antes de la explosión. De confirmarse la autoría de ETA, el artefacto colocado ayer sería el de mayor potencia usado en la historia de la organización terrorista, según declaró el gobernador civil de Alava, César Milano. [Fuentes oficiales de Interior señalaron ayer que las sospechas sobre la autoría apuntan al comando Araba de ETA Militar.]
El atentado produjo importantes daños materiales y leves heridas a algunos guardias civiles. Todos los grupos políticos presentes en el Ayuntamiento de Llodio, excepto Herri Batasuna (HB), que ostenta la alcaldía, condenaron ayer el atentado en un pleno extraordinario y convocaron una manifestación de protesta que se celebrará a las ocho de la tarde de hoy.La bomba había sido instalada en uno de los colectores de aguas residuales que pasan debajo de la casa cuartel, a una profundidad de tres metros. Según los primeros indicios, el explosivo podría haber sido introducido a través de una de las alcantarillas situadas en la calle de Zumalacárregui, a una distancia de unos 400 metros del cuartel, y transportado de rodillas por el colector, de 1,20 metros de diámetro, hasta la altura del garaje de la Guardia Civil.
El explosivo, colocado por alguno de los miembros del comando en un buen número de viajes a lo largo del tubo de desagüe, pudo haber permanecido en el colector por espacio de varios días. En el momento de la explosión, 33 personas dormían en el edificio, de las que ocho eran niños y nueve mujeres. Tres agentes estaban custodiando la casa cuartel.
Se salvó por pedir fuego
Uno de ellos vigilaba la parte de la fachada sur, situada justo en cima del artefacto. Segundos antes de que se produjera la deflagración, dobló la esquina para pedir fuego a otro de los centinelas y encender un cigarrillo.
La explosión les arrastró unos dos metros sin producirles lesiones ya que no afectó directamente a la fachada en la que se en contraban. El tercero de los agentes vigilaba una de las calles adyacentes. Uno de los guardias empuñó la metralleta tras la explosión y disparó varias ráfagas al aire.
Como consecuencia del impacto, la casa cuartel, de cinco pisos, quedó parcialmente destruida y con su estructura seriamente dañada. Una de las columnas pendía de los hierros que fortalecen el hormigón y otra estaba torcida y agrietada. Varios especialistas coincidieron en afirmar que la casa tendrá que ser derruida. Fuentes del Gobierno Civil confirmaron, no obstante, que los agentes no abandonarán Llodio ni siquiera de forma temporal.
Varios vecinos se acercaron hasta el lugar de los hechos y ofrecieron sus viviendas para albergar temporamente a las mujeres y niños de los agentes que se han quedado en la calle hasta que se solucione de forma definitiva el problema de su alojamiento.
El boquete alcanzó una profundidad de más de tres metros, hasta el garaje del subsuelo, y tiene un diámetro de aproximadamente 20 metros y una profundidad de cuatro. La planta baja y primera del edificio quedaron sin fachada y la onda expansiva arrancó todos los balcones y el alero del tejado.
Un total de 19 coches resulta ron dañados. Uno de ellos era aparcado a diario frente a la casa cuartel por su propietaria, "porque creía", dijo, "que estaba más seguro".
Bombas trampa
Piedras de hasta 150 kilos fueron proyectadas a unos 90 metros y cubrieron de escombros una amplia zona de la avenida de Zumalacárregui. Un automóvil, marca Renault 5, fue catapultado desde una acera hasta la otra y dos de los semáforos más próximos al edificio se quedaron colgando de los cables.
La onda expansiva arrancó varios árboles plantados en la acera más alejada de la avenida. Varios miembros de la Guardia Civil recogieron la bandera española del fondo del boquete producido por la explosión y la colocaron en una de las ventanas del segundo piso del cuartel.
El gobernador civil de Álava y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Julen Elgorriaga, se trasladaron ayer a la localidad alavesa para ver sobre el terreno las dimensiones del atentado.
Hasta después de las dos de la tarde de ayer varios números de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR) de la Guardia Civil mantenían acordonada la zona en previsión de que hubiera bombas-trampa colocadas por los miembros del comando. La inspección efectuada por la Guardia Civil no se inició hasta que amaneció por el temor de que el comando hubiese colocado otros artefactos en las inmediaciones del lugar.
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