No votan
La clase política que da mítines no ha tenido en toda su campaña electoral ni una frase amable para los niños. Está claro que los niños no votan. Se ha visto a los políticos estos días de campaña muy preocupados por la juventud en paro, por la mujer que defiende su identidad, por la población adulta indecisa, por esa tienda que es Europa. Buenas voces han pegado todos desde sus tribunas, con la excusa de Europa, para ganarse el voto de los jóvenes que buscan empleo, de las mujeres que exigen igualdad con el varón, de los adultos que no saben si abstenerse o dárselo al menos peligroso. Los políticos, en campaña, parecen los Reyes Magos.Parecen los Reyes Magos para todo el mundo, excepto para los niños. Se ha informado estos días que en España 40.000 niños sufren malos tratos. 40.000 niños -que se sepa; aún habrá muchos más- víctimas de la brutalidad de sus mayores, sin más consuelo que el llanto, sin más esperanza que sobrevivir al sufrimiento, crecer rápido y escapar del infierno.
En una sociedad competitiva y violenta como la que ha creado este civilizadísimo mundo, los más débiles tienen todas las de perder si no se unen y se organizan para reivindicar sus derechos. Así hacen muchos colectivos marginales; así la mujer, que se rebela contra la discriminación. La clase política les escucha y otorga, porque en ello le va la credibilidad y el poder. También podría otorgar por sensibilidad social. Pero no es cierto, pues ahí están esos 40.000 niños -y aún más habrá- que sufren, acaso mueren, sin que se acuerde para nada de ellos.
Mientras la clase política da mítines, sube al estrado con estruendo de fanfarrias, grita vótame a mí, yo te daré, tira flores y besos, hace la uve de la victoria ante el delirio de los correligion arios, hay 40.000 niños -o más aún- torturados, envilecidos, indefensos frente al terror. Pero como no votan, allá cada cual y sálvese quien pueda.
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