Lisbeth Palme
El silencio de la única testigo
, Lisbeth Palme -una mujer de 58 años que nunca ha dado motivos para llegar a los titulares de los periódicos y que no gusta de llamar la atención- concentra estos días sobre sí la mirada de todos los suecos. Es la única persona que vio de cerca, unos segundos, a quien asesinó a su marido, Olof Palme, en una céntrica avenida de Estocolmo, y el resultado del juicio que se sigue contra Christer Petersson depende de su declaración.
"Soy Lisbeth Palme, ¿es que no lo ve? ¡Y ese que está ahí es mi marido, Olof Palme, el primer ministro", fueron las primeras palabras que pronunció ante el policía llegado al lugar del asesinato, a las 23.25 del 28 de febrero de 1986, cuatro minutos después de los disparos.
En ellas se encuentran algunas claves de la personalidad de esta mujer, psicóloga infantil de formación y profesión, muy activa en el movimiento femenino de la socialdemocracia sueca y hoy dedicada en cuerpo y alma al Unicef y a la lucha por la paz y contra el apartheid. El agente no se daba cuenta de que estaba ante Lisbeth Palme porque su figura menuda y fisicamente anónima pasa inadvertida ante los ojos de cualquier persona. En la acritud de su reacción había una lógica dramática y quizá un punto de desagrado ante la policía. En Estocolmo existe la convicción de que Lisbeth Palme y la policía no se llevan bien. Ella ha declarado ante la policía, pero a disgusto y tras ser requerida con insistencia.
Su comparecencia ante el tribunal el próximo miércoles será el momento cumbre del juicio del siglo y la primera vez que hablará en público del caso. Su vida tras la muerte de Palme está marcada por la discreción. Viaja mucho, en función de sus compromisos políticos y diplomáticos, pero cuando puede se retira a la isla de Gotland. En Estocolmo vive en el piso que compartiera con Olof Palme en Gamla Stan, la romántica parte vieja.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.