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"Solidaridad quiere ser un partido socialdemócrata"

Adam Michnik, dirigente del sindicato polaco, edita el primer diario anticomunista de Europa oriental

El primer diario anticomunista de la Europa del Este, o antitotalitario como dice su director, Adam Michnik, apareció hace unas semanas, naturalmente en Polonia. Aún no es propiamente un diario porque sale a brincos, como si fuera tartamudo. La Gaceta Electoral ha apresurado su salida ante los comicios del 4 de junio, en los que se disputará en juego limpio un 35 % de los escaños de la Dieta y todos los del Senado. Pasado el día electoral, el periódico se llamará sólo La Gaceta, ya convertido en un verdadero diario. La publicación está editada por Solidaridad, el sindicato que en todo menos en el nombre es el primer partido de oposición del mundo comunista.

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Adam Michnik, hombre de juveniles certidumbres comunistas que nunca pasaron, sin embargo, por el rito del carné, inició "en el 68, cuando yo tenía 22 años", una deriva hacia otras posiciones que hoy califica de "antitotalitarias". En ese tiempo, no sólo los blindados soviéticos mandaban un 21 de agosto al invernadero la llamada primavera de Praga, sino que "en Polonia vivíamos el momento más estalinista, más antisemita desde el fin de la guerra". Michnik, de origen a la vez judío y familia de librepensadores polacos, es inmensamente cauto al hablar de la Iglesia católica, "que es corno la misma Polonia: reúne lo mejor y lo peor del país; en ella caben tanto los que nos apoyan como los que dicen que somos un nido de judíos, ateos y masones".El director de La Gaceta afirma que el éxito del diario es indiscutible, pues si bien aún no está en los 500.000 ejemplares previstos, ello no se debe a falta de interés del personal: "Los periódicos duran sólo unos minutos en el quiosco. Pero carecemos todavía de medios técnicos para editar fuera de Varsovia, y en la capital tenemos una circulación de casi 200.000 ejemplares. La semana próxima podremos aumentar a cerca de 300.000". El capital para poner en marcha la empresa, de carácter cooperatívo, procede de los cotizantes del sindicato y de un crédito del Estado. "De momento, La Gaceta se imprime en los talleres de Trybuna Ludu, órgano del partido comunista. De la Iglesia no recibirnos un céntimo".

El periódico funciona bajo un régimen de censura muy particular. Un censor del partido se halla permanentemente instalado en los locales de La Gaceta, y en algunas ocasiones ha presentado objeciones a determinados artículos, que han debido ser retocados. Sin embargo, Solidaridad tiene una línea especial con un funcionario del Ministerio del Interior que se ocupa directamente de los problemas originados por un periódico libre en una sociedad que todavía no lo es. Una llamada telefónica de Michnik basta para que el censor in situ haga huelga de celo.

¿Qué es Solidaridad?

Solidaridad, ¿qué es en definitiva? Una izquierda no comunista, quizá el refugium pecatorum de una nueva democracia cristiana. "Me niego a recurrir a categorías, a etiquetas occidentales, para definir lo que es Solidaridad. Todo eso no vale para el Este de Europa. El sindicato es una síntesis de elementos heterogéneos dentro de un amplísimo marco ideológico". Sin embargo, esa situación ha de ser forzosamente provisional, puesto que la apertura polaca habrá de concretarse en una serie de expresiones políticas a las que, salvedades incluidas, se deberá bautizar de alguna manera. "Efectivamente. De Solidaridad deberían naceren su día varios partidos. Uno que sería nacionalista conservador, un movimiento campesino de carácter populista, un partido neoliberal y una formación socialdemócrata o de estilo laborista. Lo mejor de Solidaridad se halla en esta última fracción, de forma que el partido que eventualmente mantenga el nombre del sindicato, si así se hace, será socialdemócrata".Y el partido comunista, ¿qué baza tiene por jugar en una mesa tan bien servida? "En el POUP hay varias tendencias y depende de la que se imponga o cómo se agrupen entre ellas el que tenga o no un futuro en una sociedad libre. Hay una línea estalinista burocrática, otra de tecnócratas pragmáticos y una tercera aperturista que podría tender también a la socialdemocracia. La tendencia estalinista se marginaría ella misma, pero si los pragmáticos y los liberales se unen pueden jugar un papel en un futuro democrático".

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El presidente Jaruzelski, el general que dio el golpe de Estado de 1981 para salvar al partido comunista de sí mismo, que prohibió Solidaridad y hace unas semanas lo ha legalizado como antesala de un partido político, es un parcial enigma para los propios polacos. El militar que se dice que tiene sobre su mesa las obras del mariscal Pilsudski, el que salvó a Polonia de la contraofensiva rusa en la guerra de 1920, "es probable que impidiera la intervención soviética en 1981 con su golpe de Estado. Nosotros lo hemos atacado durante años por no querer dialogar con Solidaridad y someter al país a la ley marcial, pero ha demostrado que es capaz de cambiar de opínión, y ese cambio merece nuestro aprecio y nuestro respeto".

Michnik no da nada por sentado. Ni la consolidación de Gorbachov en la Unión Soviética con su línea aperturista ni lo que una democracia plena en Polonia preocuparía en Moscú. Sí sabe, con todo, que en esa Polonia del próximo decenio, que él prevé razonablemente libre, habría que ir con pies de plomo. "Un Gobierno de Solidaridad, en mi opinión, no pediría la salida del Pacto de Varsovia. Pero lo que sí pediría es un cambio en sus estructuras, en su funcionamiento, que fuera una verdadera asociación de aliados, para que una nación democrática y soberana se sintiera cómoda en el mismo".

Queda, finalmente, Europa, que en muchosmomentos de la historia polaca ha sido como decir Francia. Ésa sería la gran asignatura pendiente de la democracia polaca, la de la relación-integración-asociación con la Comunidad Europea. Adam Michnik cree que sólo una renovación tanto del Pacto de Varsovia como de la OTAN permátiría ese diálogo y que es muy pronto para cargar a Polonia con tantos sueños, tantas responsabilidades, tantos espacios por construir.

Como Cavour, el director de La Gaceta está convencido de que en su día Polónia fará da sé.

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