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Tribuna
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Madrileños

El voto fallido del diputado Piñeiro ha servido no tanto para dejar sin efecto la moción de censura, como para que muchos madrileños se enteren de que existe un Partido Regionalista Independiente Madrileño, también llamado PRIM. Ha sido una sorpresa no precisamente grata. Pues los madrileños andan muy críticos últimamente con la cantidad de cosas superfluas que hay en su Comunidad (la propia Comunidad incluida) y sólo les faltaba ese partido regionalista, que, además, cuesta un congo.La Comunidad de Madrid podría ser emblemática si no fuera también autónoma, porque desdice la propia condición del madrileño, que de autónomo no tiene nada. Precisamente una de las características del madrileño es su universalidad y su ductilidad. Si nació capitalino dirá que es del foro y a lo mejor hasta presume de ello, pero acoge como paisano a todo el que venga de fuera y quisiera sentirse paisano él también en cualquier otra comunidad donde vaya.

Pretender un regionalismo madrileño es una aberración, y formar partido con tal propósito, una quimera. Aunque tiene su mérito. Va a ser verdad que, en Madrid, el más tonto hace relojes. De momento, con ese invento del partido alguien ha encontrado el modo de pintar la mona y vivir a costa del erario público, prácticamente por la cara.

Para su desgracia (otros dicen que para su fortuna), una moción de censura le complicó la existencia muelle que llevaba y por una vez en su breve y desconocida historia tuvo que hacer política activa, con unas consecuencias trascendentales en el ente autonómico donde vegeta.

Es de justicia precisar que acertó. Dicen los expertos que, al negarle su voto el PRIM, la oposición de centro-derecha no tendrá éxito en la moción de censura que presente, pero podrá paralizar la Comunidad, sus presupuestos, sus iniciativas, sus actividades. Y sin presupuestos, ni iniciativas, ni actividades, la Comunidad desarrollará al fin su verdadero contenido, que es ninguno. Salvo dar la nota y gastar por un tubo.

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