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Yueli Cui

Cómo aprender a cruzar las murallas chinas

Juan Antonio Carbajo

Según el calendario chino tiene 71 años. Según el occidental, 69. Pero a tenor de su vitalidad, su tez tersa y su sonrisa casi permanente, parece como si Yueli Cui apenas hubiera cumplido los 50. "Las murallas hay que pasarlas con alegría". Asumió este proverbio como guía después de escaparse en seis ocasiones de las prisiones japonesas, años antes de que le cayera la responsabilidad de implantar en su país la planificación familiar. Yueli se encuentra esta semana en España como presidente de la Cruz Roja China.

"El hombre se enfrenta mejor a las dificultades después de pasar tiempos difíciles". El camino político que ha recorrido Yueli Cui ha sido sinuoso. De la noche a la mañana le cambiaron el sillón de vicealcalde de Pekín por el banco de una celda, y de ahí, casi sin pestañear, accedió al Ministerio de Salud Pública. Como él dice, ha pasado muchas murallas y eso le ha permitido ser feliz cada vez que terminaba un trance. "Durante la guerra contra Japón me capturaron en seis ocasiones. Las seis me escapé, y cada vez sentía más alegría de vivir".Con 17 años ingresa en el Partido Comunista Chino (PCCh) como simple protesta. No eran tiempos tranquilos. A la guerra de resistencia contra Japón (1937-1945) sigue la lucha fratricida contra el Kuomintang, el partido nacionalista que tras su derrota en 1949 crearía en Formosa el actual Estado de Taiwan. Con 22 años Cui se convierte en lo que él llama espía por la paz. "Me infiltraba en las filas enemigas para ganar adeptos a la causa comunista".

No le fue difícil buscar el disfraz ideal para su labor de zapa. Acudía a las regiones ocupadas como médico que era, después de haber compaginado la milicia con los libros. Tras la liberación, en 1949, ocupa la jefatura del Frente Único del Ayuntamiento de Pekín. Un departamento singular encargado de mantener buenas relaciones con los partidos no comunistas. En 1964 se convierte en vicealcalde de Pekín. Con la Revolución Cultural se encuentra con una de las murallas más altas. "La banda de los cuatro me metió en la cárcel. Estuve ocho años, la mitad del tiempo esposado, en una pequeña celda".

Dos años después de la muerte de Mao su vida vuelve a cambiar. En 1978 es viceministro de Salud Pública. En 1982, y durante cinco años, ocupa el primer puesto del ministerio. Durante este tiempo no habrían de faltar nuevas murallas. La política del hijo único que se pone en marcha en 1979 no llega a alcanzar el éxito previsto. "Nunca se pudo aprobar la ley; sólo se establecieron normas", cuenta. "El problema es que los 800 millones de campesinos chinos quieren tener muchos hijos". Cui se quedó en tres; el menor tiene ya 37 años. "En mi época se potenciaba la natalidad desde el Gobierno".

Yueli Cui prefiere recordar de su etapa ministerial la política de potenciación de la medicina tradicional china. Él, que conoce la occidental, prefiere la medicina china para las enfermedades lentas. "Yo tengo la tensión baja y algún problema de estómago, pero las medicinas occidentales no me han dado buenos resultados, así que recurro a la acupuntura".

El problema del campo, donde vive el 80% de los más de mil millones de chinos, sigue presente también ahora en su labor como presidente de la Cruz Roja China, una institución con seis millones de voluntarios.

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