Cisjordania sigue en la guía
Hussein promete una nueva etapa tras la 'revuelta de los precios' jordana
La guía de teléfonos jordana aún no ha registrado, al menos en su versión inglesa, la nueva configuración del país, y sigue incluyendo a Cisjordania ocupada como parte integrante del territorio nacional. No es de extrañar. A pesar de que la ruptura de lazos legales y administrativos con la orilla occidental del Jordán se produjo el pasado verano, ha hecho falta que el descontento popular se expresara en forma de violencia en las calles de Maán para que las autoridades del país hayan comprendido la urgencia de traducir en avances concretos una medida con mayor proyección de la aparente.
"Empezamos una nueva etapa", aseguraba el rey Hussein en su mensaje a la nación del pasado miércoles, apenas acallada la revuelta de los precios.Desde hace 10 meses, cuando el monarca jordano decidió la desvinculación con Cisjordania se vaciaron de contenido las justificaciones para el mantenimiento de la ley marcial, decretada tras la guerra árabe-israelí de 1967 y rara vez aplicada de forma estricta, así como las razones para no celebrar una nueva elección.
Si hasta ese momento se entendía que una convocatoria a las urnas resultaba inviable por la ocupación de una parte del territorio nacional, ahora la situación se presentaba diáfana para cumplir la deuda pendiente con la población. La previa disolución de los remanentes de la Cámara baja del Parlamento abría el camino en esa dirección.
Por el contrario, el Gobierno de Said al Rifai, que ya había logrado debilitar las funciones de la Asamblea, tomó el control de los tres grandes periódicos de Amman -tradicionalmente en manos privadas- y silenció las voces más disidentes en la Prensa. Los nuevos directores fueron nombrados al amparo de la ley marcial.
Esta actitud de alejamiento de la opinión pública se vio agravada por los crecientes rumores de corrupción que fueron salpicando a varios ministros del Gabinete, incluido su presidente.
El colmo de la desastrosa política informativa del ahora ex primer ministro se alcanzó cuando, hace escasos meses, el ministerio del ramo censuró al propio príncipe Hasan, heredero del trono y hermano pequeño del rey. El ayudante del príncipe, que llamó al periódico correspondiente para interesarse por la entrevista concedida hacía una semana, apenas podía dar crédito cuando fue informado por el director del destino de la misma.
"Es ridículo", admite, confirmando la anécdota, el que fuera encargado durante muchos años de las relaciones con la Prensa extranjera en el Ministerio jordano de Información. Salah. Peter, ahora retirado, explica cómo por esas mismas el heredero accedía a entrevistas similares para Radio Montecarlo o la BBC, "que llegaban hasta nosotros a través de la onda corta". "Nunca la información fue tan intangible en este país", manifiesta Peter, aún incrédulo. En su opinión, el daño no es irreparable "si el nuevo Gobierno sabe recuperar la credibilidad".
El Gabinete provisional encabezado por Sharif Said Bin Shaker afronta un doble problema, con una faceta política y otra económica, altamente interconectadas.
La rápida organización de elecciones legislativas, tras las cuales se prevé el relevo gubernamental y la vuelta a la libertad de Prensa "dentro de límites razonables", tal como pedía la carta real al nuevo primer ministro, no bastan por sí solas para satisfacer las demandas de una población que sufre, por primera vez, las consecuencias de una economía artificial sustentada en la ayuda externa.
Subsidio árabe
Hasta 1956, las finanzas jordanas estuvieron subvencionadas por el Reino Unido, que cubría sus déficit presupuestarios y costeaba su Ejército. Desde 1957, Jordania ha recibido la asistencia económica de Estados Unidos.Finalmente, tras la cumbre árabe de Bagdad (1978), los países árabes productores de petróleo se comprometen a pagarle un subsidio anual de 1.250 millones de dólares para colaborar en la defensa de la más extensa frontera árabe con Israel y,compensar la acogida a los palestinos en su territorio. Al impago de esta ayuda de los países hermanos han achacado fuentes oficiales el descalabro económico provocado por la deuda, y que ha sido la causa inmediata de las medidas de austeridad.
Por primera vez, el Estado depende del pueblo como única fuente de ingresos y sólo recurso para pagar las deudas. Con unos tres millones de habitantes, Jordania importó el año pasado comida por valor de 101 millones de dinares (unos 22.000 millones de pesetas).
La devaluación de su moneda con respecto al dólar hace prever un incremento de la partida destinada a ese gasto en el presente año. Sólo un aumento de la producción local podría compensar ese desequilibrio. Pero, como el propio príncipe Hasan ha reconocido estos días, el doloroso cambio económico del consumo a la producción sólo puede llevarse a cabo con una mayor libertad política y un Gobierno responsable.
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