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Los museos revisan los criterios de exhibición ante la creciente asistencia de público

Los visitantes reclaman mayor orientación para comprender lo que se expone

Hay exposiciones con fines didácticos y otras que son casi desorientadoras. La cada vez mayor afluencia de público hace que se agoten antes de lo previsto los folletos explicativos, y comprar un catálogo es demasiado para un estudiante o una persona que simplemente quiere visitar la muestra. ¿Será mejor empezar por la puerta de la izquierda o la de la derecha? Los criterios museográficos vigentes hasta hace poco para las exposiciones de arte moderno están siendo revisados por los responsables, enfrentados a una asistencia masiva que demanda mayor orientación.

El notable aumento de la asistencia de público a los museos y, en particular a las exposiciones de arte contemporáneo, ha creado una situación que está siendo revisada por algunas de las instituciones organizadoras, como por ejemplo el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. El año pasado, éste recibió 268.000 visitantes en la exposición de Matisse, la colección Philips fue vista por 364.000 personas y Miró en las colecciones del Estado por 146.000.Hace un par de décadas esto hubiera sido casi inimaginable. Entonces los visitantes a museos de arte moderno eran una élite especializada y fiel. Hoy el perfil del visitante promedio se diluye y puede tener el rostro de un niño, de un profesional, un obrero o una anciana. Tal vez a quienes se vea con mayor frecuencia, entre estos nuevos habituales de las exposiciones de arte contemporáneo, sea a los niños en visitas colectivas con sus maestros, o a señoras de una situación económica desahogada que visitan en grupos guiados las muestras.

Un breve folleto explicativo, o un costoso catálogo con textos de investigadores del arte son las dos opciones para realizar una visita personal sin orientación especializada.

Una institución que ha ido consolidando internacionalmente su prestigio por la calidad de su programa de exposiciones, como la Fundación Caja de Pensiones, recibe entre diez y ochenta mil visitantes como promedio. María Corral, responsable de las exposiciones de esta fundación, afirma que no se plantean reformar la presentación de sus exposiciones para acercarlas a un público más amplio. "Las exposiciones de arte actual son visitadas principalmente por un público iniciado, un promedio de 10.000 personas, que no demandan otro tipo de explicación. Procuramos hacer otras orientadas a un público más amplio, como la que presentamos de Modigliani, que fue vista por cerca de 80.000, o la que tenemos actualmente de Fortuny", afirma María Corral. En su sede central de Barcelona sí desarrollan actividades de aproximación al arte moderno.

La Fundación March, que acaba de clausurar la exposición de René Magritte, pese a la importancia que dan a muestras divulgativas de los grandes artistas de nuestro siglo no tiene tampoco como norma ofrecer al público no especializado información expuesta de lo que se desarrolla ante sus ojos.

Replanteamientos

Tomás Llorens, director del Centro de Arte Reina Sofía y del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), considera que los criterios museográficos de los museos o centros de exposición de arte moderno deben ser replanteados. "El Reina Sofía y el IVAM son dos proyectos diferentes. Si algo tienen en común es la reintroducción de criterios propios de la museografía del arte clásico en el arte moderno. La introducción de estos criterios responde al desarrollo de una nueva situación en la que se encuentra el arte moderno hoy. Me refiero en particular al incremento del número de visitantes. Con esto nos hemos situado en pie de igualdad con los grandes museos tradicionales. Hasta ahora los museos que tenían el mayor número de visitantes eran el Louvre, o el Prado, y sigue siendo así, pero las distancias se van acortando notablemente. El Museo del Prado ha pasado de los dos millones de visitantes en 1988 y el Reina Sofía pasa de los 860.000 visitantes"."Esto trae una situación en la que los museos de arte moderno de algún modo pierden la especificidad que les caracterizaba hace dos generaciones. El cambio de público situó a los museos de arte moderno en la encrucijada. O bien continúan con su antiguo carácter, el que tenía desde los años treinta hasta hoy, dedicado fundamentalmente a una minoría social, o bien tienen que captar y asumir la nueva función que les toca: dirigirse a unos sectores sociales muchísimo más amplios", afirma Llorens.

"Evidentemente, los museos deben prestar una atención mucho mayor a este nuevo público y se requiere un mayor esfuerzo en los servicios de comunicación y difusión y en los servicios didácticos".

"Hemos empezado un programa de difusión consistente en la publicación de guías didácticas. El Reina Sofía tiene todavía su estructura en barbecho, y no estará totalmente en funcionamiento hasta el año próximo. Mientras tanto estamos haciendo lo que podemos. El siguiente paso será la producción de guías didácticas especializadas. Se harán unas dirigidas a los niños y otras al público en general. En 1990, cuando el centro funcione más completamente, vamos a idear un dispositivo más complejo, que incluirá un centro de documentación para investigadores".

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