Lo que hay que tener
La noche más oscura del Real Madrid concluyó con el epitafio de un proyecto. A partir de ahora, al Madrid se le va a ver con otros ojos. El ridículo de la semifinal ante el Milán -no sólo en San Siro, sino también en el Bernabéu- abre un período tenebroso que puede degenerar en una Edad Media turbulenta si no se realiza un golpe de timón. El Milán para el Madrid ha sido como el Steaua para el Barcelona. Y lo peor, lo más grave, es que ante el Milán falló la columna vertebral sobre la que recae el futuro del Madrid. La quinta del Buitre ha demostrado que no tiene lo que hay que tener.El Madrid se pasea por una Liga española cada vez más devaluada y eso da una sensación errónea de su potencial real. Su objetivo no puede ser otro que ganar la Copa de Europa, por lo que cobran cifras multimillonarias sus mejores hombres. Y para eso no sirven muchas de las cosas que hasta ahora se consideraban intocables. El envejecimiento de su estructura como club -una entidad con 3.000 millones de presupuesto no puede funcionar con un presidente y un gerente omnipotentes, por mucho que Mendoza se empefte en ser un nuevo Bernabéu- no hace más que aumentar el patético cuadro mostrado en Milán. Los 180 minutos de las semifinales han sido muy crueles. Berlusconi le ha demostrado a su amigo Mendoza que en dos años, con un técnico valiente e imaginativo, se puede formar un bloque campeón. Y el Madrid no ha resistido la comparación.
Las consecuencias son muy serias. Cuando realmente había que poner todas las cartas sobre la mesa, ha quedado claro que Buyo es un portero histriónico que no da la talla en compromisos de altura; que el fichaje de Schuster -una venganza al Camp Nou con viaje de ¡da y vuelta- no ha aportado más que lentitud y lentes de aumento para los defectos blancos; que Gallego y Gordillo, por mucha voluntad que pongan, están lejos de sus mejores años; que en el centro del campo todos la tocan muy bien, pero nadie se ensucia las manos cortando balones; que Beenhakker no sabe forzar al máximo a sus hombres y que carece de valentía-e imaginación táctica.
Y, sobre todo, que la quinta del Buitre, la mejor generación del fútbol español, tiene toda la calidad del mundo cuando no le aprietan el cuello. Pero, cuando es así, la quinta entera se rinde sin luchar. Era patética la imagen de Martín Vázquez, mareado por las avalanchas rojinegras; la de Michel, escondido en su rincón derecho e incapaz de asumir un mando que le toca por designación natural; la de Butragueño, perdido en una delantera inútil; la de Sanchis, luchador en su zona, pero que no transmite su rabia a los demás...
Santillana decía, justamente tras el partido de Milán, que a este Madrid le sobra calidad y le falta lo que hay que tener. Camacho, Stielike, Juanito o el propio Santillana, de inferior calidad técnica, se partían el pecho en las situaciones adversas. La quinta del Buitre parece un grupo de jóvenes con suerte que no resiste la presión cuando llega la dificultad.
El Milán ha sacado a la luz todas sus debilidades y ha dejado en su lugar a unos jugadores quizá sobrevalorados. Y, si no se produce un cambio radical, de hombres y de carácter, la Liga quedará como el límite insuperable.
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