Malos tiempos en Beirut

La petición por la Comunidad Europea de un alto el fuego en Libano sonó con impotencia, furia y desesperanza. La furia la ocasionó la muerte del embajador de España este fin de semana, última víctima de una guerra en la que él no tomaba parte. Lo que no debe hacerse en Líbano resulta obvio. Lo que se debería hacer está mucho menos claro.Una cosa que no se debería hacer es precisamente lo que el general Michel Aoun, líder del alternativo Gobierno cristiano en Líbano, hizo el mes pasado. Declaró una "guerra de liberación nacional" contra el Ejército sirio, de 35.000 hombres, que actualmente controla cerca de dos terceras partes del país. Otra desafortunada tentativa fue la de Francia. Como país que ayudó a construir el Líbano moderno, Francia tiene desde hace mucho tiempo intereses en el país y simpatías por la comunidad maronita. El mismo general Aoun se educó en Francia. Si algo se puede hacer con respecto a Líbano, deberá ser en unión con otros poderes. El instrumento más obvio es el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos cinco miembros permanentes están probablemente más unidos ahora de lo que han estado en muchos años. Los otros dos son la CE y la Liga Árabe. La necesidad más inmediata de la gente es el fin de la lucha abierta y la oportunidad de rehacer sus vidas. Un Líbano dividido puede parecer insatisfactorio, pero al menos las divisiones pueden enseñarles a vivir en paz unos con otros.

19 de abril