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La resistencia pasiva sustituye a las huelgas en Turquía

Los trabajadores turcos suplen con la resistencia pasiva las limitaciones al derecho de huelga impuestas por la Constitución de 1982. Decenas de miles de obreros han iniciado ya un movimiento de protesta en todo el país, en forma de resistencia pasiva, contra el bloqueo de las negociaciones laborales.La principal central sindical Turk-is, ha lanzado un llamamiento para comenzar acciones masivas a partir del 10 de abril que afectarán a unos 600..000 trabajadores.

Los empleados de las empresas del sector público, por su parte, protestan contra la política seguida por el Gobierno del conservador Turgut Ozal en las discusiones de los convenios colectivos, paralizadas desde hace tres meses.

Durante la primera jornada de protesta masiva, los obreros se mostraron el lunes especialmente activos en Estambul, Ankara, Esmirna, Ismit, Iskenderun, Karabuk, Batman, Diyarbakir y Kayseri.

El derecho de huelga está limitado estrictamente por la Constitución de 1982, redactada a la medida de los generales que dieron el golpe de Estado del 12 de septiembre de 1980. Esta situación hace que, en un primer estadio, los sindicatos estén obligados prácticamente a utilizar en sus protestas una actitud de resistencia pasiva. Así, se boicotean las comidas, se ralentiza el ritmo de trabajo, se pide masivamente ir al médico, se deja crecer la barba y se rechazan las horas extraordinarias.

Unos 85.000 obreros esperan la decisión de convocar huelgas. Ya lo han hecho unos 10.000. El Gobierno del conservador Turgut Ozal aplazó el pasado 23 de marzo, tan sólo tres días antes de las municipales, un paro acordado por 25.000 trabajadores del acero en Karabuk e Iskenderun. El presidente de Turk-is, Sevket YiImaz, anunció el lunes que, a partir del 10 de mayo, se iniciarán huelgas importantes.

La Prensa turca atrae la atención del Gobierno en el sentido de que estos movimientos pueden constituir el primer paso para la convocatoria de una huelga general, expresamente prohibida por la ley.

La oleada de protestas gana terreno, especialmente en la clase obrera, ante la evidencia del fracaso de la política económica del Gobierno, que supone el aumento del desempleo y del coste de la vida.

Seis refugiados políticos, entre ellos cinco sindicalistas, volvieron el domingo a su país. Huidos a Europa occidental tras el golpe de 1980, los sindicalistas pertenecían a la central izquierdista Disk, puesta fuera de la ley por los militares cuando se hicieron con el poder. Todos los retornados se encuentran en libertad, y no han sido detenidos, como se temía.

Por otra parte, Turgut Ozal logró ayer la confianza del Parlamento de Ankara con los votos de 289 diputados, los de su propio partido. Otros 95, de* la oposición socialdemócrata, votaron en contra, mientras el también opositor Partido de la Recta Vía decidió no asistir a la sesión. Ozal tiene amplia mayoría en la Cámara, pero en las municipales del 26 de marzo obtuvo sólo el 21,7%. de los votos.

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