Amores que matan
Tal como éramos es la película que hizo un astro internacional de Robert Redford; sus dos siguientes, El golpe y El gran Gatsby, dejaron claro que esa fama iría pareja a la inmortalidad: la estela de Redford, pues, era, es y será la misma de los Clark Gable, Gary Cooper o Errol Flynn. No es fácil llegar a esa cúspide, desde luego, pero Redford llega porque, como aquéllos, posee ese magnetismo de llenar la pantalla con su sola presencia.En Tal como éramos Redford tenía como acompañante a una actriz que en eso de comerse la pantalla también se las pinta sola, Barbra Streisand, que además jugaba con ventaja: la canción --oscarizada- que ilustra la pantalla -y que proporciona un 50%, si no más, del poder evocativo, nostálgico, sentimental de Tal como éramos- era suya. Ambos se entregan en una historia de amor juvenil -demasiado juvenil para las edades reales de los actores- que va viendo cómo los años y los envites sociales hacen mella en sus relaciones. A través de las dos décadas que el filme refiere asistimos al compromiso político de la protagonista, activista judía, con trasfondos como el de la caza de brujas, soslayado por un montaje final que dejó aparcadas algunas secuencias. Que la película vaya más allá del love story rosa en que tan fácilmente hubiera podido caer es mérito de Sydney Pollack.
Tal como éramos se emite a las 22
20 por TVE-1; La puerta del infierno, a las 2.00 por TVE2.
El amor es también el tema principal de La puerta del infierno, tratado en clave de tragedia. Se trata de una obra del japonés Teinosuke Kinugasa, que cayó en el panorama internacional allá por la primera mitad de los cincuenta, cuando esa cinematografía empezaba a ser reconocida en su calidad por doquier. Se llevó, por ejemplo, la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La puerta del infierno es una película a revisar.
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