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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como decíamos ayer...

La puesta en marcha de Punto y aparte abre el camino de las reformas introducidas por el equipo Solana en los servicios informativos de Televisión Española. Manuel Campo Vidal vuelve a la pantalla con este espacio, que sustituye a Derecho a discrepar, un programa que, curiosamente, despertó muchas más discrepancias por su particular método de cierre que durante su desarrollo.Manuel Campo Vidal fue el más significado estandarte de la etapa informativa del equipo Calviño. Su regreso no es ni mucho menos casual y, por si hubiera alguna duda al respecto, el propio Campo quiso dejarlo claro con su saludo inicial: "Como decíamos ayer...". La elección del título del programa, que recupera a su vez su último trabajo en Televisión Española, es el otro elemento que corrobora ese espíritu de contrarreforma que ha inspirado el proyecto.

El nuevo Punto y aparte tiene en su principal valor su defecto más notorio. Campo Vidal, con evidente habilidad y acierto, ha huido de la fórmula del coloquio tradicional (La clave, Debate, Derecho a discrepar) con el fin de evitar comparaciones. A cambio, oferta un producto basado en la variedad de géneros que evite la monotonía de un formato demasiado estrecho.

Por el contrario, frente a este encomiable intento, la plasmación formal del concepto se ha hecho con una preocupante pobreza de recursos. La realización es en exceso convencional, casi de tomavistas, al igual que la plana iluminación, en evidente contradicción con un decorado con variados detalles desaprovechados. La utilización de grabaciones de apoyo, que en principio debería haber enriquecido el resultado final, apareció demasiado fría en su elección y en exceso apresurada en su montaje.

A la vista de estas consideraciones, no termina de entenderse la necesidad de utilizar el directo, a no ser que se justifique por el interés de TVE en reducir el tiempo de ocupación de los estudios. En España, los diferidos han adquirido en televisión un injusto desprestigio que sólo puede entenderse por la búsqueda de una supuesta transparencia de cara al espectador, lo que en nada beneficia a la calidad final de algunas producciones.

En cuanto a los contenidos, Campo apostó también por la variedad. Una cuestión de actualidad (el boom de la Prensa económica), un debate de interés casi garantizado (el fútbol y la política) y un reportaje con ingredientes de reconocida popularidad como el espionaje, el sexo y el escándalo (el caso Pamella Bordes) completaron el espacio.

Confusión

Ni su ordenación, ni la transición de uno a otro bloque se resolvieron con coherencia. Si la utilización de formatos diferentes en un mismo espacio puede aportar agilidad y dinamismo, no es menos cierto que una mala interconexión de los diversos elementos puede acabar por crear un cierto toque de confusión e improvisación.Punto y aparte tiene por tanto importantes retos que superar en sus próximas emisiones, especialmente en el terreno formal. En su primera experiencia contó a cambio con algunos aciertos. La elección de los invitados y de las cuestiones funcionó, en términos generales.

Particularmente brillante resultó la utilización de Inocencio Arias y Ernest Lluch en su papel de militantes activos del Real Madrid y del Barcelona.

El espacio, además, cuenta con un buen soporte, el de la figura de su presentador, que, indudablemente, tiene dotes suficientes como conductor y posee magníficas cualidades como ágil e incisivo entrevistador -aún no expuestas en esta nueva etapa- que, desgraciadamente, sólo acostumbra a poner de manifiesto cuando lo desea.

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