Luminoso vaso de leche

Buen cine el que hoy presenta la pequeña pantalla en su menú. Lo mejor, Sospecha, el cuarto filme americano de Alfred Hitchcock, un hábil relato de intriga en torno a una mujer recién casada que empieza a sentir el temor de haberse emparejado con un asesino. Comedia ligera, simpática en su primera parte -la película la abre ya una escena magistral, la del túnel del tren-, va adquiriendo poco a poco alto grado de angustia al compartir el espectador las mismas dudas de la protagonista -aunque, tratándose de Cary Grant, incapaz de matar una mosca, las dudas menguan-, llegando al clímax en una memorable secuenci.a del coche, el barranco y la puerta, planificada por un dios, y pasando por la no menos memorable del luminoso vaso de leche, verdadera filigrana que acredita el genio de Hitchcock, su lugar único en la historia del cine.Con menos pretensiones de cultura , Richard Fleischer abordó en 1984 la secuela de Conan el bárbaro, la película que unos años antes lanzara al estrellato a ese pedazo de carne con ojos -como llamaba Ford a John Wayne- que es Arnold Schwarzenegger. Conan el destructor resultó ser un filme más fresco, dinámico y divertido, gracias, entre otras cosas, al inclasificable hallazgo de Grace Jones: una presencia realmente idónea al espíritu de comic.

El ciclo Corman se despide hoy con una nueva muestra de su arte, La máscara de la muerte roja, un juego con la muerte, perverso.

Poco conocido hoy , mister Belvedere fue en años un personaje célebre del séptimo arte, y su encarnadura, Clifton Webb, un actor de mucha fama y elegancia extrema. De tan peculiar personaje da fe Niñera moderna, una comedia amena y grácil.