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La agonía de la pelota vasca en Madrid

La capital no posee un solo frontón adecuado para las competiciones oficiales

El aficionado pesimista protestaba, como otros muchos, desde las gradas vacías de la cancha aneja al frontón, donde se jugaba un irrelevante partido de balonmano. Antes se había jugado otro de fútbol sala con las novias de los jugadores como únicas espectadoras.El aficionado pesimista no podía ver los partidos de pelota a mano porque cuando llegó ya habían entrado en la contracancha -el lado abierto del frontón las 200 personas permitidas como espectadores para apretujarse en sillas y de pie. En el frontón no hay gradas y está separado de la cancha contigua por una gran cortina de lona con el fin de que el público no invada el parqué. Ya lo ha hecho en ocasiones anteriores y se ha estado a punto de producir un conflicto de orden público. Una pareja de la Policía Nacional vigila desde entonces.

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Pero eso es en los partidos de mano, donde la pelota va menos rápida. Después, para los de pala, por el peligro que supone, ni siquiera pueden estar ahí. Entonces se levanta la cortina opaca y se deja la red habitual. Los aficionados se deben ir a las gradas de la cancha contigua para ver el partido en diagonal. De frente, un partido de balonmano femenino, se encuentra así, inesperadamente, con una magnífica pseudoentrada. Y se suceden las protestas, aunque esta vez menores porque la instalación municipal, para evitar los conflictos, ha cambiado el orden de los partidos. Ha puesto primero los de mano a fin de controlar el aforo y con la cortina echada.

Declive

El aficionado pesimista lo era también porque se trataba del cuarto y último partido del torneo de Federaciones que se jugaba en tan lamentable escenario. Ya no habría ni siquiera la ocasión de protestar.

"El equipo de Madrid tal vez no baje de la primera categoría de la pelota por un ajuste de los grupos", señaló un directivo de la Federación Madrileña de Pelota, "pero es un milagro que pueda. mantenerse sin frontones y con una afición que disminuye cada vez más ante los inconvenientes para presenciar los partidos".

En Madrid sólo hay dos cubiertos, teóricamente válidos para la competición oficial, La Elipa y el citado Triángulo de Oro. Pero el primero es también el único largo, es decir, para las especialidades como el remonte, la cesta punta o la pala larga. No sirve como frontón corto, que debe tener el rebote a los 36 metros, y en el que se juega a mano, pala corta e incluso el cada vez más popular frontenis, que necesita aún menos espacio.

La Única solución para utilizarlo como corto, al igual que se ha hecho en otros frontones largos de 1-España, es colocar un rebote móvil, graduable a la distancia precisa. Pero el problema actual es de intereses económicos. El rebote que se colocaría en La Elipa, fabricado en Huelva, con la patente de la Federación Española de Pelota, está en Segovia a la espera de que el Consejo Superior de Deportes le dé un supuesto visto bueno técnico. La federación española lo que quiere es rentabilizarlo.

Sin embargo, el proceso real es otro y a largo plazo, porque Matías Rubio, máximo responsable del Instituto Municipal de Deportes (IMD), dueño de la instalación, no tiene intención de colocarlo inmediatamente. Quiere dejarlo para las modalidades largas, crear una escuela, alojar algún club e incluso programar partidos profesionales.

"Funcionalidad nefasta"

La otra escuela y sede de clubes, para el frontón corto, se instalaría en la única alternativa actual que existe para las competiciones de aficionados en Madrid, el Triángulo de Oro, donde se han producido los últimos conflictos. Construida por el arquitecto Pep Bonet y alabada por su apariencia externa, es calificada por los técnicos de una "funcionalidad nefasta", como se ha comprobado al refugiarse allí la agónica pelota madrileña. El frontón parece un añadido a la cancha polideportiva, que colocada transversalmente, en cambio, hubiera permitido tener gradas también al frontón, porque existe terreno suficiente.

Según Matías Rubio, el IMD está a la espera de unos informes técnicos para ver si es posible y rentable colocar unas tribunas telescópicas, que se pueden recoger y almacenar tras los partidos en muy poco espacio.

La Federación Madrileña ha recogido, además, la herencia de una gestora "puesta por la Federación Española", dice su vicepresidente Santiago Vidal, "en la que se perdió un millón de pesetas, que ahora nos reclaman". Vidal, por el momento, ya no tiene que ocuparse de alquilar y devolver las sillas para los 200 espectadores del Triángulo de Oro. Ya no hay más partidos.

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