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Viva la "rivoluzione"

Los italianos festejan con devoción el bicentenario de la Revolución Francesa

Van como locos con el bicentenario de la Revolución Francesa. Aunque una encuesta ha revelado que sólo el 15% de los italianos sabe en qué año estalló, se han puesto a festejar el evento por todo lo alto y lo ancho. Se pasean por los carnavales de María Antonieta o Robespierre, asisten al espectáculo de la nobleza romana organizando una misa por Luis XVI o al desfile del más mundano de los modistas italianos, Rocco Barocco, que con vista comercial presenta su colección en rojo, azul y blanco.

El toque intelectual de la fiesta no lo dan sólo los suplementos de los semanarios, sino el mismísimo Achille Occhetto, secretario general del Partido Comunista Italiano, quien, al decir que el PCI de quien es heredero es de la Revolución Francesa, ha provocado un doble efecto: una mínima aproximación teórica a su enemigo, el socialista Bettino Craxi, y la respuesta de un miembro de su propio partido, Giancarlo Pajetta, quien, harto, ¡Señor, Señor!, de lo que hay que ver y oír, ha escrito en L'Unitá un artículo titulado 'Por qué soy jacobino'.¿Qué les pasa a los italianos con la Revolución Francesa? Pues que, si bien son suficientemente vagos como para no ponerse a tomar la Bastilla -encuesta: sólo un 24% de ellos participaría en el asalto-, siempre han llamado primos a los franceses, adoran a Napoleón como lo idolatraban los patriotas italianos y húngaros del siglo pasado y se reflejan en un párrafo recientemente publicado por el escritor Umberto Eco.

"Si hoy", decía Eco, "un ciudadano al que un guardia asalta con malos modos le dice que le multe, pero que se comporte con respeto o le denuncia, es porque ha existido la Revolución Francesa. Puede que el ciudadano sea un aristócrata nostálgico que crea estar ejercitando los derechos de sus antepasados. Él puede creerlo. Pero si el guardia entra por el aro es porque ha existido la Revolución Francesa".

Así las cosas, el estilista Roceo Barocco se presentó en la reciente Semana de la Alta Costura con una colección inspirada en la epopeya de la Bastilla.

Misa por el rey de Francia

Días más tarde, en San Lorenzo in Lucina, la iglesia del centro de Roma donde se celebraban las bodas de altura y los funerales de fuste, alrededor de 1.000 personas, lujo del Gotha local, asistían a una misa que, en el aniversario de la pérdida de la cabeza por parte del rey de Francia, le decía monseñor Piero Pintus.Pintus, de 67 años, pastor de la parroquia con más gente guapa por centímetro cuadrado de toda Roma, afirma que se ha convertido en el párroco de la nobleza, pero, al fin y al cabo, ésta también tiene alma. Y si hay que decir una misa por Luis XVI, pues se dice.

De hasta qué punto Robespierre tiene soliviantados a los mejores árboles genealógicos da idea la carta que 15 condes y marqueses florentinos han escrito a los periódicos protestando contra la iniciativa de su Ayuntamiento de organizar el 14 de julio, en el Arno, un gran baile con los nobles en la orilla derecha, el pueblo y la burguesía en la izquierda y barcas con fuegos artificiales tricolores surcando las aguas. Si en Navidad una marca publicitaria llenó las calles anunciando como la rivoluzione del panettone el clásico dulce italiano, al que llamaba" monsicur le panetton", bajo el lema de "Liberté, fraternité, marrons glacés", recientemente se estrenó en el teatro de la ópera de Roma la obra de exaltación republicana Gli oriazi e i curiazi, escrita por Cimarosa en 1796, y que será seguida por la ópera Charlotte Corday.

En fin. Que si Jean-Marie Le Pen ha pedido la canonización de Luis XVI, la nobleza romana no llega tan lejos, pero reza por si el Señor tiene a bien acordarse del difunto monarca, máxime teniendo en casa al canonizador en jefe. Que Donardo Sciascia publica una entrevista imaginaria con Napoleón. Y que los italianos, eternos adoradores de Francii, deudores de Bonaparte, van a la ópera a mayor gloria de Marat o se llenan de escarapelas tricolores firmadas por Rocco Barocco.

Porque, en el fondo, están con Umberto Eco: "¿Recuerdan Casablanca? Un filme hecho por americanos, con héroes americanos sobre una Francia sumida en la vergüenza. Pero cuando la orquesta toca La Marsellesa lloran hasta las prostitutas. "El Yankee doodle es bellísimo", sigue Eco, "pero el himno de todas las libertades es La Marsellesa".

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