El mercado de futuros español
Ante los estudios que se están realizando para la creación de un mercado de futuros, en Barcelona, el autor analiza los ya existentes en otras plazas financieras y evalúa las posibilidades de negocio que el nuevo mercado trae consigo. No obstante, advierte que la puesta en marcha del sistema es relativamente lenta.
Las experiencias de instauración de mercados de futuros en el extranjero demuestran que su puesta en marcha es relativamente lenta; el proceso de creación de mercados como el francés (Matif) o el suizo (Soffex) ha requerido períodos de unos dos años. El caso español no es excepción a esta regla; hace ya un año y medio que la Bolsa de Barcelona empezó un estudio de un mercado de futuros sobre deuda pública y es probable que aún transcurra un mínimo de medio año hasta la puesta en marcha del mercado.El precedente extranjero también demuestra que en la organización de un mercado de futuros participan varias instituciones. En el caso francés -por citar el país más próximo- el mercado parte de un proyecto inicial de la bolsa que posteriormente se abre a otros partícipes -banca y aseguradoras-, que aportan sus ideas al proyecto y colaboran en su diseño final; esta estructura participativa también queda reflejada en el caso francés, ya que las acciones de la sociedad anónima en que se constituye el mercado son suscritas a partes iguales por la banca, las aseguradoras y la bolsa. En el caso español la situación es paralela: partiendo de un proyecto inicial de la Bolsa de Barcelona, se constituye una comisión con presencia de la banca, cajas de ahorro y bolsa, actuando la Generalitat de Cataluña en calidad de coordinadora; en esta comisión se están discutiendo en la actualidad los pormenores de la estructura del mercado, así como las participaciones accionariales.
Si bien los precedentes extranjeros tienen una serie de denominadores comunes, un aspecto en el que se han dado soluciones bastante diversas es en el tipo de contratación. Así, en el mercado francés y en el inglés las transacciones se efectúan verbalmente en un corro fisico, mientras que en el caso suizo se contrata a través de un ordenador. En el caso español es probable que se: escoja la contratación por ordenador, ya que resulta más económica y se solapa bien con los mercados ya existentes (el mercado de deuda pública es telefónico y el mercado de acciones será electrónico dentro de poco). Los futuros que se contratarán, -Ll menos en una primera fase, serán dos: uno sobre tipos de. interés a corto -probablemente: una colocación en deuda pública a 90 días- y otro sobre tipos de interés a largo -un bono de deuda pública a tres años-. Que los contratos sean sobre deuda pública ya indica que los usuarios potenciales serán todo tipo de instituciones que operen en renta fija: bancos, cajas, fondos de pensiones, empresas no financieras pero con fuerte operativa de tesorería, etcétera. Si bien es probable que eventualmente los particulares puedan acceder a este mercado, la sofisticación del mismo hará probablemente que su actividad en el mismo sea mínima.
Aplicaciones
Existen tres aplicaciones fundamentales de los futuros. La más conocida es la de cobertura, consistente en asegurar el precio de venta o compra de un activo en una fecha futura; así, por ejemplo, si un banco tieiae intención de comprar bonos de deuda pública dentro de un tiempo y no quiere arriesgarse a que suba el precio de los mismos (cosa que ocurriría si los tipos de interés bajan), puede comprar futuros, asegurándose así el precio de compra. La segunda aplicación. de los futuros financieros es la especulación, consistente en comprar o vender a futuro pero sin efectuar una cobertura; dado que en las posiciones a futuro el apalancamiento es muy fuerte, las potenciales ganancias o pérdidas son muy grandes en comparación con el importe invertido. La tercera aplicación es la más interesante: el arbitraje; éste consiste en comprar un activo y vender otro, de forma que el conjunto de ambas posiciones no tenga ningún riesgo pero dé lugar a una ganancia segura. El arbitraje puede ser simplemente financiero, pero también financiero-fiscal; este último aprovecha asimetrías fiscales en el reconocimiento de las pérdidas y ganancias.
La relativa complejidad de los instrumentos de futuro hace que en todos los mercados se pase por una fase de formación, que habitualmente corre a cargo de instituciones especializadas. En este sentido, los operadores del mercado que tengan una buena formación y hayan operado en algún mercado extranjero (por ejemplo, a través de un stage con una entidad amiga) tendrán una ventaja considerable en la fase inicial del mercado. De hecho, está comprobado que en estos mercados las oportunidades de arbitraje y otras operaciones altamente beneficiosas desaparecen al cabo de unos 6-12 meses, de forma que los operadores que pretendan aprender en el mismo mercado pueden perder la oportunidad inicial.
Al margen de la complejidad conceptual de la mecánica de arbitraje, la forma de contratación aporta una complejidad adicional. Si bien no está definido cuál será el paquete de software que se vaya a utilizar, existen en la actualidad sistemas altamente sofisticados. Algunos de ellos permiten que los datos de precios, volúmenes, etcétera que se reciben del sistema puedan alimentar automáticamente otros paquetes de software, que pueden ser chartista o de arbitraje, etcétera. Ello constituye un enorme apoyo a la contratación. Ya en el colmo de la sofisticación, cabe la posibilidad de programar el puesto de trabajo y que el ordenador lo haga todo: tomar los datos, analizarlos y ejecutar órdenes de compra y venta. Si bien en un principio no es habitual que se permita esta operativa en el mercado, a medida que éste va evolucionando estas mejoras se van introduciendo.
Si bien no es probable que en España se alcancen las magnitudes del mercado de París (en el que se contratan unos 50.000 lotes por día, equiva-lentes a 500.000 millones de pesetas efectivas), sí cabe esperar volúmenes de un mínimo de 1.000 lotes por día (unos 10.000 millones de pesetas efectivas). Con estas cifras, el mercado no podría considerarse grande, pero, aun así, sería suficiente para que existieran oportunidades de negocio considerables.
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