'Ultras' en Europa

LAS ELECCIONES regionales y locales celebradas este fin de semana en Austria y en la República Federal de Alemania han registrado un crecimiento apreciable de partidos de extrema derecha que centran sus cam pañas en la xenofobia y el racismo y que, de forma casi descarada, reivindican el nacional socialismo. Pero sería exagerado hablar de una tendencia genera lizada en Europa al aumento de los votos de la extre ma derecha. En Francia, el partido de Le Pen, racista y xenófobo, acaba de sufrir en las elecciones munici pales un nuevo retroceso, después de su rotundo fra caso en las parlamentarias del año pasado. Con todo, el que este fenómeno se reproduzca precisamente en la cuna del nazismo produce una inquietud especial.En Austria, un tercio aproximadamente de los electores ha tomado parte en las elecciones para las cámaras regionales de Carintia, Tirol y Salzburgo. En las tres ha avanzado sustancialmente el Partido Liberal, un partido cuyo nombre nada tiene que ver con la demagogia racista, el antisemitismo y el pangermanismo invocados por su nuevo líder, Joerg Haider. En Carintia, su ascenso pone fin a una mayoría socialdemócrata de muchos años, hasta el punto de que el propio Halder aspira a encabezar el Gobierno de la región, ofreciendo para ello un pacto al partido conservador. Estos resultados indican -además del descontento con la política gubernamental- la existencia de sectores de la sociedad austriaca que, de una forma u otra, siguen reivindicando ese trozo de su historia en que estuvo integrada en el Tercer Reich; una especie de irredentismo que ya se reflejó en la elección presidencial de Waldheim. A causa de su retroceso, el partido conservador, aliado en el Gobierno con la socialdemocracia, sufre una crisis interna aguda. Se trata de saber ahora si las corrientes claramente democráticas de ese partido podrán oponer suficiente resistencia a la tentación ofrecida por el líder de la extrema derecha.

En Alemania, el hecho más llamativo es el hundimiento del partido democristiano (CDU), que ha perdido casi un tercio de sus votos en Francfort, la capital financiera de la RFA. Menos de un mes después de su retroceso en Berlín Oeste, donde acaba de perder la alcaldía, este nuevo golpe confirma que ha sido abandonado por una parte considerable del electorado que le permitió encabezar el Gobierno en 1982. El NPD, partido abiertamente neonazi, ha obtenido el 6,6% de los votos y vuelve al consejo municipal, en el que no estaba representado desde 1969. Para lograr este avance, el instrumento decisivo de los neonazis ha sido la explotación demagógica de los recelos y odios contra los extranjeros en una gran ciudad en la que éstos son el 22% de la población, el porcentaje más alto de Europa. Un dato importante con vistas al futuro es que el CDU, asustado por su retroceso en Berlín Oeste, se lanzó en las últimas semanas a rivalizar en Francfort con el NPD en la demagogia xenófoba e incluso antisemita. Lo que no le ha permitido recuperar votos, pero sí ha contribuido a la legitimación de las campañas neonazis.

Pero de las últimas elecciones regionales y locales se desprende que no existe una especie de ley automática entre presencia de extranjeros y ascenso de la extrema derecha. El propio ejemplo de Francfort demuestra que la defensa de una política democrática con los inmigrados, partiendo de una visión moderna de una Europa multicultural, como han hecho los verdes y socialdemócratas alemanes, puede ser electoralmente rentable, aunque suscite la oposición cerril de sectores incapaces de asumir los cambios que impone la vida. Esos dos partidos han progresado y formarán la nueva Administración. El hecho de que uno de los líderes del mayo parisiense de 1968 -Cohn-Bendit- haya sido elegido en la lista verde tiene un valor simbólico. Con un Gobierno rojo-verde en Francfort, después del de Berlín Oeste, las corrientes de izquierda parecen entrar en la RFA en una etapa de recuperación.