Prestigioso y polémico
Apenas hace un mes, Andoni Goikoetxea recomendó públicamente a Jesús Gil la contratación de Javier Clemente como entrenador del Atlético de Madrid. La opinión del central vasco siempre merece buen crédito. En cualquier caso, sus palabras proceden de la experiencia. Durante cinco años fue dirigido por Clemente, un lustro probablemente irrepetible en el devenir del club bilbaíno. En aquellos días se formaron todas las aristas profesionales y personales de un entrenador prestigioso y polémico.La declaración de Goikoetxea redunda sobre una opinión generalizada en el fútbol español: Clemente es un magnífico entrenador. Su influjo ha sido inmediato tanto en el Athlétic como en el Español, dos clubes que habían vivido años de discreción cuando no de mediocridad. El éxito de Clemente quizá provenga de la enorme frustración que le provocó su temprana caída como futbolista debido a una gravísima lesión cuando los expertos vislumbraban un interior de tronío.
Siempre ha dicho Clemente que hubiera preferido vestirse de corto que sentarse en el banco. Esta querencia indisimulada le obliga a ganar como entrenador lo que estaba destinado a conquistar como futbolista. Así, Clemente es un técnico ambicioso, muy preocupado por los resultados, agarrado a los aspectos materiales del fútbol: los puntos, la posición en la tabla y el palmarés. Es decir, todo aquello que le retrate físicamente como ganador.
Su nudo, aún no desatado, con su pasado explica también la química de sus relaciones con los jugadores. Como Trapattoni, Clemente considera que la parte psicológica es preponderante en el fútbol. Su capacidad de motivación es extraordinaria. Clemente saca petróleo de donde aparentemente sólo hay arcilla. Sin embargo, algunas de sus prospecciones acaban por estallar. Su historial refleja un buen número de enfrentamientos con algunos de sus jugadores. Estas confrontaciones están animadas generalmente por el estilo de Clemente, instalado sobre la premisa de una obediencia ciega en sus órdenes.
Sarabia o Lauridsen
Algunos críticos han querido ver estas dificultades en sus relaciones con futbolistas de gran calidad, como Sarabia o Lauridsen. Esta teoría presenta algunos puntos débiles. Clemente ha sido defendido a ultranza por futbolistas de extraordinario talento como Dani, Argote, Goikoetxea, Losada o Valverde. Sus problemas llegan de su declarada tendencia uniformadora y de su insistencia en hacer públicos sus roces con algunos de sus discípulos menos queridos, entre los cuales también se encuentran casos de menor enjundia técnica, como los referentes a Job y Miguel Ángel.
Su fichaje por el Atlético de Madrid parece acercarle a su última meta: dirigir al Real Madrid o a la selección española. Su último destino ideal no sería otro que regresar victorioso al Athlétic. Clemente, acostumbrado a quemar etapas con rapidez y regularidad, está ahora más cerca de su sueño. Desde su perspectiva, un triunfo en el Atlético le encumbraría definitivamente y, sin duda, le abriría las puertas de su cielo particular.
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