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Los cocos de la 'coca'

El 'cártel de Bogotá' preparó durante un año el desembarco del alijo descubierto en Barajas

El comisario general de Policía Judicial, Pedro Rodríguez Nicolás, no podía ocultar su satisfacción cuando sus hombres reventaron el miércoles la nave del pueblo de Barajas donde estaban almacenados 50.000 cocos tropicales, en los que se esconden al menos 300 kilos de cocaína. Mientras tanto, al otro lado del charco, en algún lugar de Colombia, la escena sería totalmente opuesta, ya que la actuación policial supuso el desmantelamiento de una operación minuciosamente preparada desde hace un año por el cártel de Bogotá.

Los capos de esta organización decidieron enviar hace un año a España a uno de sus lugartenientes. El miércoles, sin duda, debieron echar un juramento cuando se enteraron de lo de Madrid. Y después, tras los primeros momentos de rabia, posiblemente volvieron a pensar con su habitual mentalidad mercantil: "Se ha dañado el carro... ¡Qué se le va a hacer!".El carro no era otro que el revolucionario sistema de envío de la cocaína, que los hombres del Servicio Central de Estupefacientes habían descubierto después de horas y horas de investigación, venciendo unas veces al sueño y otras al desánimo.

La operación de narcotráfico comenzó a fraguarse hace meses, cuando los directivos de la empresa mandaron a Madrid a uno de sus empleados más cualificados. La policía cree que esta persona era presuntamente Javier Ocampos Upegui, al que Interpol relaciona con el cártel de Bogotá. Fuese ese hombre u otro, lo cierto es que dicho individuo se encargó de hacer los preparativos para crear en España una importante base de operaciones. El objetivo: abrir mercado en Europa.

El misterioso delegado colombiano regresó a su país en fecha que no ha sido concretada tras comprobar que era factible montar una infraestructura basada en varios colombianos que residían en España legalmente y disponían de trabajo. Los tipos contactados para llevar adelante el plan eran, pues, los idóneos. La policía no tenía motivos para sospechar de ninguno de ellos.

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Los capos de esta organización -una de las principales distribuidoras de cocaína del mundo- dieron el visto bueno tras recibir los informes favorables al establecimiento de una nueva base de operaciones. Para ultimar los detalles enviaron hace unos días a la capital madrileña a un tal Omar y a otro individuo llamado Williams, que hasta el momento no han sido localizados.

Uno de los miembros de la red alquiló un pequeño almacén situado en el Camino Viejo de Hortaleza, en el pueblo de Barajas, donde el pasado día 3 fue descargado el cargamento de cocos introducido legalmente en España a través del puerto de Cádiz.

El plan de los narcotraficantes consistía en depositar los miles de cocos en la nave industrial con el objetivo de despistar a las autoridades aduaneras y policiales. Los jefes del cártel se habían esforzado por dejárselo bien claro a su gente: "Andense con cuidado, y sobre todo no levanten sospechas".

El local de Barajas era en apariencia un inocente almacén de frutas tropicales, pero en la práctica era una escala intermedia para borrar pistas, según indican fuentes policiales. El plan de los traficantes consistía en hacer esta estratagema para ir trasladando poco a poco la mercancía hasta un discreto chalé campestre que alguno de los colombianos se encargaría de buscar.

Los agentes del Servicio Central de Estupefacientes reventaron la operación tan metódicamente proyectada por los narcotraficantes cuando a las 13.15 del miércoles pasado entraron en la nave y decomisaron los 50.000 cocos allí depositados. Todavía no se sabe cuántos kilos de cocaína escondía este exótico cargamento porque faltan miles de cocos por abrir.

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