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El clan de los marselleses

La lucha fratricida de los socialistas en Marsella, un capítulo de la batalla por la sucesión presidencial

Marsella, un anfiteatro desparramado sobre la platea del puerto y el escenario del Mediteriráneo, vive una tragedia griega. Esta ciudad salada y sucia, multicolor pero impersonal, carente de estilo, que huele a pescado fresco y a venganza, es una olla donde hierven todos los odios y todas las pasiones. Dos socialistas -uno oficial, Michel Pezet; otro expulsado, Robert Vigouroux- se enfrentan por la alcaldía en el último acto de una guerra de clanes que dura ya tres años, desde que murió el padrino Gaston Defferre. Pero la lucha fratricida es también una escaramuza de otra batalla más larga y pesada: la sucesión del presidente Mitterrand.

Laurent Fabius, presidente de la Asarriblea Nacional, sonríe desde un cartel pegado a la fur goneta electoral de Michel Pezet, aparcada en la Square Paul Arene, donde el candidato socialista *hace campaña sobre el terreno: jubilados, tenderos, jugadores de petanca... "Para Marsella, la modernidad es Michel Pezet", dice la leyenda del cartel de Fabius. Pero ningún militante fiel le cree. "Fabius sólo ha puesto la cara y apoya a Pezet de boquilla, pero luego lanza a sus amigos en favor de Vigouroux", dicen los colaboradores del candidato del Partido Socialista (PS). Junto a Fabius, el delfin preferido de Mitterrand, forman el presideirite de la República y sus hoiribres, en especial el ministro del Interior, Pierre Joxe.Del otro lado, junto a Pezet, se alinean el primer ministro, Michel Rocard; el número dos del Gobierno, Lionel Jospin, y el primer secretario del PS, Pierre Mauroy.

Todo empezó tres años atrás, cuando la actuación poiítica de Pezet provocó una terrible coincidencia. El 5 de mayo de 1986 Pezet derrota a Defferre en la federación socialista de Bouches-du-Rhône. El emperador de Marsella, alcalde desde 1953, no puede soportar la afrenta. Llega a casa de madrugada, cena, sufre un desmayo, se abre el cráneo al golpearse con un jarrón y se desangra durante tres horas sin poder recibir auxilio. Desde entonces, Pezet arrastra el calificativo de elparricida, el Bruto que ha traicionado a César.

El frágil "hombre fuerte'

Pezet, además, contrarió el año pasado el proyecto de Mitterrand de designar a Fabius secretario general del partido, puesto desde el que debía prepararse para sucederle. El pequeño y frágil hombre fuerte de Marsella, brillante abogado penalista, de 46 años, inclinó la balanza a favor de Mauroy con el 10%,de los votos de la federación que controla, la más poderosa de Francia, junto a la del norte, el feudo del actual primer secretario del partido.

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Vigouroux, prestigioso neurocirujano, de 66 años, elegido en 1986 como un alcalde de transición, cuenta con el poderoso apoyo de Edmonde Charles-Roux, la viuda de Defferre, escritora y periodista, ganadora del Premio Goncourt, y del seductor Bernard Tapie, recién elegido diputado socialista por Marsella.

Pezet, en un tiempo el hijo predilecto de Defferre y Edrnoride Charles-Roux, concita ahora todo el odio de la viuda, que prohíbe hasta la publicación de su fotografía en el diario Le Provençal, en el que mantiene su influencia pese a haberlo vendido a Hachette.

"Hay periodistas que se comportan como jefes de prensa", exclama Pezet, indignado por la campaña de Le Provençal, el diario de Defferre, a favor de Vigouroux. Pezet, candidato de la unión de la izquierda, junto a los comunistas, reprocha a Vigouroux, "que no tiene programa", su alianza con "excluidos del neogaullismo y con expulsados del Partido Socialista y del Comunista".

El alcalde, en efecto, cultiva una imagen de consenso y de apertura en esta ciudad barroca, poblada por franceses, magrebíes, judíos, griegos, italianos o armenios, hiperpolitizada, que convirtió al Frente Nacional en el primer partido en 1988 (28,34% en las presidenciales), pero que ahora reclama la fuerza tranquila de Vigouroux. Esa imagen, junto a la del hombre-víctima del aparato de los partidos, que critica a los políticos de oficio, es un caballo ganador en todos los sondeos.

Campaña suave

La definición de democracia", confiesa Vigouroux, "es tener en cuenta al conjunto de personas que forman la comunidad". La campaña, montada por Jacques Séguéla, el publicitario de Mitterrand, resume el mensaje: Mayoría Marsella. Y, sin duda de forma deliberada, es una campaña suave, nada estridente, para responder a los ataques de los otros candidatos.

"Vigouroux no es más que una ímagen", le acusan. Sin embargo, hay una discreta presencia del alcalde en los carteles electorales, que cuesta encontrar en las calles de Marsella.

Vigouroux sólo responde indirectamente a la pregunta de si es él candidato del Elíseo. "He apoyado a Mitterrand y estoy de acuerdo con su visión de la apertura: no dividir sino reunir". "Los socialistas de Marsella", añade impasible, "no representan al Partido Socialista".

Pero el partido eligió candidato por unanimidad a Pezet, el aparatchick, que se rodea de eslóganes alusivos: Marsella respetada, La izquierda unida. Es Marsella quien gana. Los mensajes publicitarios quieren ser una advertencia de la ciudad explosiva, la de los 50.000 parados, la de "los barrios del norte, que son Beirut", ante la llegada de la modernidad y el consenso que vende desde París la izquierda caviar. Pezet, sin embargo, parece tener todas las de perder.

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